Elecciones 2024
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No es la primera vez que en las boletas para la Presidencia del país aparecerán nombres de mujeres, pero sí la primera vez que es casi seguro que una mujer será la próxima Presidenta de México. Rosario Ibarra de Piedra fue la primera candidata a la Presidencia de la República y lo fue en dos ocasiones, por el Partido Revolucionario de los Trabajadores, en 1982 y 1988.

Si tomamos en cuenta que fue hasta el 3 de julio de 1955 cuando las mujeres pudieron acudir por primera vez a emitir su voto, en unas elecciones para diputados federales, pasaron muchos años para que la participación en la vida política fuera un hecho. Después de Rosario sólo cinco mujeres más habían entrado a la contienda electoral presidencial, con nulas posibilidades, hasta este 2024 con las dos candidatas que hoy representan, no importa cuál de las dos gane, una victoria para las mujeres.

Cuando acudamos a votar este 2 de junio, hagámoslo por el espíritu y en honor a todas las del pasado que lucharon incansablemente por el sufragio femenino, y que incluso no pudieron nunca emitirlo. Tal vez, como muchos, estamos desilusionados y desencantados de la política, pero si hubo mujeres y hombres que se enfrentaron al poder para modificar la Constitución y lograr que votemos, al menos, por ellas y ellos, hagámoslo.

Sabemos que Yucatán fue cuna de las pioneras del feminismo en México, su influencia se extendió por todo el país y fueron una pieza clave para lograr el voto femenino. Pero en el norte y centro del país destaca una mujer revolucionaria que luchó y sacrificó toda su vida por la emancipación de las mujeres, en todos los ámbitos, en el político, es decir, en la vida pública y la privada, con ideas transgresoras sobre la sexualidad e impulsando el derecho al divorcio para las mujeres. También a ella le debemos eso.

Su historia, está plasmada en la novela “No me cerrarán los ojos” de Abia Castillo. En ella la historia de México se teje con la visión feminista, de la que nunca nos hablaron en la escuela, y es que gracias a mujeres como ella, tercas, rebeldes, inconformes e incómodas, gozamos de más oportunidades y derechos que las de su época nunca ejercieron.

“Tenía la convicción de que el mundo se podía transformar y ese primer acto de desobediencia me hizo descubrir que mis acciones tenían valor, que mi voz poseía la fuerza suficiente para manifestarme contra la opresión que me rodeaba”. Una historia inspiradora para leer justo en estos tiempos electorales, y descubrir con cierta nostalgia que el espíritu del sufragio femenino, es decir, su esencia, tenía ideales, convicción y esperanza en nosotras, las que Hermila sabía que podríamos votar y estar en el escenario político y en la toma de decisiones importantes. Ojalá y quien sea electa como futura Presidenta no decepcione los ideales de las pioneras que soñaron con ver a una dirigir esta gran nación. Ojalá y mantengan vivo el fuego de Hermila: “De esa tarde guardaría siempre el orgullo de haber comprobado que mi desobediencia, esa que mostré desde niña, seguía habitando en mí como un fuego que nunca se apagaría del todo”

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