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Desde hace más de doscientos años que se tiene conocimiento de un fenómeno propio de las ciudades: las islas de calor, y se refiere a la presencia de aire más caliente en ciertas zonas de la urbe, a diferencia del que se encuentra en las zonas rurales que la rodean.

La diferencia entre temperaturas tiene múltiples razones, algunas de ellas están relacionadas a que las ciudades están densamente construidas, el suelo de concreto, pocas áreas verdes y pocos cuerpos de agua, lo que favorece que la radiación solar se disperse más lentamente. También los materiales que se usan en las construcciones urbanas, son generalmente oscuros, lo que les permite absorber más energía, la cual van dispersando poco a poco en forma de calor.

Este fenómeno puede llegar a tardar varias horas y mantiene el aire caliente en las ciudades. Sin embargo, las islas de calor no se presentan todo el día, ni durante todo el año. Hay condiciones meteorológicas que permiten su aparición, como el cielo despejado, el viento en calma o muy suave y cuando la radiación solar mantiene caliente el aire de la ciudad. Aunque este fenómeno se ha documentado y estudiado en varias ciudades del mundo, existen variables que hacen diferentes las islas de calor de una ciudad a otra y de un país a otro.

Tiene que ver con la localización geográfica, si es una zona alta o baja, si hay montañas alrededor, el tipo de clima que le corresponde, la forma en que ha crecido la ciudad históricamente e incluso, la economía del país. La diferencia en la planeación entre ciudades desarrolladas y en vías de desarrollo, también dificulta la posibilidad de combatir este fenómeno.

Mientras algunas pueden recurrir a plantar áreas verdes e incluso reactivar corrientes de agua, en otras zonas la economía y la mala planeación en el crecimiento de la ciudad, complica la ejecución de estas acciones.

En la ciudad de Mérida, a las 6 de la mañana de algunos días de mayo, hemos encontrado diferencias de 50C entre el centro de la ciudad y las comisarías, hay que aclarar que no es en toda la ciudad, sino en zonas puntuales, “islas” como el centro histórico, donde todo está densamente construido y hay muy poca vegetación y los espacios arbolados cada vez son menos.

Parte de las acciones que se pueden emprender implican la preservación de cuerpos de agua existentes y el pintar de colores claros los hogares a fin de reflejar la energía solar. Aunque este fenómeno puede generar estrés e incomodidad en la población por la sensación de calor y un mayor uso en la energía eléctrica en aparatos como aire acondicionado durante las épocas más calurosas, es necesario reconocer que las islas de calor también pueden generar un ahorro de energía eléctrica durante las épocas frías. Es importante señalar que este fenómeno es un producto de la forma en que han crecido las ciudades y no algo propio de las cuestiones meteorológicas.

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