Lo que se ampara

Lo que se aprobó fue solamente el cultivo y consumo personal de una planta que se ha catalogado como adictiva. No se aprobó la comercialización ni la venta.

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Anteayer los ministros decidieron otorgar el amparo a cuatro personas que reclamaban su derecho a cultivar y consumir marihuana para uso recreativo y personal. Y aquí viene lo importante: eso no significa que se han legalizado las drogas. Simplemente se le permitió, por así decirlo, a esas cuatro personas el consumo personal de marihuana. A nadie más, sólo a ellos. 

También hay que tener claro que con la decisión de ayer se sentó un precedente. Pero para que haya jurisprudencia, es decir, para que los tribunales inferiores puedan tomar decisiones en ese mismo sentido es necesario que lleguen otros cuatro casos similares a la Suprema Corte de la Nación. Que otros cuatro amparos escalen hasta esa instancia y en los cuatro se sentencie de la misma manera. Lo cual seguramente pasará, pero no será mañana, es un proceso largo y tedioso.   

Y finalmente hay que ser bien claros con lo que se aprobó, que fue solamente el cultivo y consumo personal de una planta que se ha catalogado como adictiva. No se aprobó la comercialización ni la venta. O sea, no se está legalizando el narcotráfico de ninguna manera. 

Muchas veces nos cerramos y nos quedamos con lo primero que escuchamos. Hace pocos meses se discutía en todos los medios el caso de la niña de Monterrey a la que le autorizaron importar un medicamento hecho con cannabis, porque es el único tratamiento que la podía aliviar de la inmensa cantidad de convulsiones que sufre. Nadie lo condenó.

Tampoco condenamos cuando se le sugiere a los pacientes de cáncer fumar marihuana para aliviar los estragos de las quimioterapias y radiaciones, que representan un gran impacto para los enfermos.

Es más, estoy segura que muchos de nosotros saben de algún curandero o hierbero que usa la marihuana para crear infusiones que alivian la artritis y los dolores de huesos y musculares. 

A lo que voy es a que la planta no es mala y tiene muchos beneficios para la población. De ahí a que algunas personas de este gran rebaño del Señor se nos descarrilen hay una gran diferencia. Nunca condenamos a María Sabines por consumir sus hongos alucinógenos y ahora la vemos como un estandarte de la curandería y la tradición indígena. 

Evidentemente estoy complacida con la decisión. En México estamos avanzando hacia la tolerancia y eso me da mucha satisfacción. Me emociona ver que el sistema de leyes por el que nos regimos se está modernizando para garantizar una buena convivencia social. Ese hecho, independientemente de si estamos de acuerdo o no, es una buena razón para celebrar. Me quedo con una consigna que se podía leer en una de las tantas manifestaciones realizadas: “La mota legal eleva la moral”.

Eleva la moral de quien la usa para curarse y para aliviar sus dolores. Pero, como en comercial, todo con moderación.

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