Wilbert Chi/SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- Momentos antes del inicio de la celebración eucarística, que concelebró junto al vicario general de la Arquidiócesis, Mons. Joaquín Vázquez Ávila, y el vicario anfitrión, Pbro. Josué Rosado Tuz, el arzobispo Gustavo Rodríguez Vega dijo que no ha tenido tiempo de echar de menos a Nuevo Laredo.

“Ha sido una acogida como en mi propia casa, me siento muy feliz”, señaló en lo que iniciaba el procesional hasta el altar del templo que fue abarrotado, según cálculos de los organizadores, por más de dos mil personas.

Al inicio de la celebración, el párroco de la comunidad, Pbro. Lucio Cetina Góngora, ofreció las palabras de bienvenida a nombre de toda la comunidad que dijo “lo recibía con la esperanza de continuar trabajando con un nuevo buen pastor”, en lo que el coro parroquial a cargo de Freddy Pérez y Manuel Escamilla, interpretaba la melodía franciscana “Hermano lobo”.

En su homilía, la cual dijo de modo sencillo y directo, el prelado mencionó que era emblemático celebrar la misa en una iglesia dedicada a San Francisco, porque él “abrazó a los pobres, el hermano de Asís conmovió a la Iglesia y la sigue conmoviendo con su testimonio”.

“Nuestro mundo necesita de eso, no ser materialista”, sólo con la pobreza espiritual podemos dejarle más espacio en nuestras vidas a Dios nuestro Señor”. 

Exhortó a la feligresía a trabajar y orar continuamente por la paz siguiendo el ejemplo de San Francisco “hay que trabajar para que haya paz en familias, escuelas, grupos sociales”.

“Tienen tres motivos o líneas de acción: la pobreza junto con la humildad, trabajar por la paz y respetar a la creación, todo esto lo encontramos en San Francisco de Asís”.

Al término de la celebración se presentaron a Mons. Rodríguez Vega los diversos equipos de servicio que funcional en esa comunidad.

Concluyó la celebración con una ronda de fotografías con gente de la comunidad que se acercó a saludarlo.