Sebastián

Anualmente se realizan en el mundo veinte millones de cesáreas, muchas de ellas innecesarias. Esto es más del doble del 15% recomendado por la Organización Mundial de la Salud.

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El protagonista de esta historia se llama Sebastián. Era sábado, ya pasado el mediodía. Yo sumergida en una tina con agua tibia, me abrazaba un hombre maravilloso. Después de un proceso de nueve horas nació nuestro hijo, juntos sacamos del agua a un diminuto cuerpecito de ojos bien abiertos, y por fin se cruzaron nuestras primeras miradas. 

A pesar de que nos encontrábamos en un centro médico, aquél lugar estaba lleno de intimidad. Mientras Sebastián nacía sonaban las obras más bellas de música clásica de Mozart. Su bienvenida al mundo fue respetada, no hubo procesos quirúrgicos, ni anestesias.

Nuestro pediatra se aseguró de que estuviéramos juntos los primeros momentos y durante nuestra breve estancia en el hospital. Sebastián no pisó los cuneros, estuvo en todo momento donde debía estar, con sus papás. 

De principio a fin este fue un proceso activo. Tuve la fortuna de mantener mi actividad física durante los nueve meses, incluso un día antes de la llegada de Sebastián, yo seguía haciendo natación. Con supervisión del médico y con un poco de actitud, todo se puede.

Al compartir esta experiencia, mi mensaje es que sí es posible nacer de forma natural en un mundo tan artificial.  Muchas mujeres que van a tener hijos se visualizan entrando al hospital, pero no se imaginan lo que sigue. Se entregan a los médicos como si fueran a someterse a una operación y simplemente se ven saliendo con un bebé en brazos.

A diario nacen niños tras los muros infranqueables de las blancas instituciones hospitalarias, con procesos llenos de tecnicismos y farmacología. 

Anualmente se realizan en el mundo veinte millones de cesáreas, muchas de ellas innecesarias. Esto es más del doble del 15% recomendado por la Organización Mundial de la Salud. 

¿Por qué violentar los procesos y no permitir que la naturaleza haga su trabajo? La forma de nacer dice mucho de los individuos de una sociedad. 

Un nacimiento es una experiencia muy fuerte, es también una oportunidad para crecer. Leí como nunca, investigué, escuché puntos de vista. Para mí lo más sabio ha sido tomar decisiones informadas.

Gracias infinitas a los médicos que me acompañaron en este camino, y a mujeres como mi doula, por permitir que haya más valor y más respeto por la vida que nace. Y por supuesto a Sebastián, por enseñarme desde el amor que otra forma de nacer es posible.

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