Argentina contra el Fondo Monetario Internacional

Es cierto que el sistema financiero internacional obliga a las naciones a cumplir con requerimientos estrictos.

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Es una verdadera pena. La Argentina promisoria, que habría de constituirse como una nación líder en América Latina en el siglo XXI, está perdida, rota, desdibujada. Es un país de caricatura; o, mejor dicho, su gobierno lo hace ver como un país de caricatura, que solo sobresale por su futbol, su amplia capacidad para vender granos y por el petróleo que tiene.

El fin de semana apareció información en el sentido de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estaría advirtiendo a la nación gobernada por Cristina Fernández sobre la posibilidad de ser expulsada del organismo, con la consecuencia de no tener acceso a préstamos del mismo y el obligado desprestigio internacional.

¿Por qué ocurrió esto? Porque el índice de precios al consumidor en Argentina; es decir, la inflación —que es una de las medidas estándares internacionales que utilizan los países para saber cómo se comportan los precios—, es llevado a cabo bajo metodologías sui géneris que la presidenta ha alejado de toda realidad. De tal suerte, mientras ciertas instituciones académicas serias llevan una medición que arroja una estrepitosa inflación anual de más de 25 por ciento; el gobierno se regodea afirmando que los precios solo aumentan a una tasa superior al diez por ciento.

Argentina está mintiendo, flagrantemente, al mundo. Y en ese cinismo está haciendo énfasis, al anunciar el viernes que inventará otra metodología, hacia finales de 2013, con la que medirá su inflación. Pero eso no fue todo. Ante el hartazgo del Fondo Monetario Internacional por el desaseo macroeconómico, la presidenta Cristina Fernández se enfrascó en una batalla vía Twitter en contra del organismo de Christine Lagarde. Al Fondo Monetario lo cuestionó sobre sus procedimientos para operar con los países quebrados y con los pueblos “desesperanzados”; y le cuestionó severamente sobre sus omisiones a la hora de la crisis.

Es cierto que el sistema financiero internacional obliga a las naciones a cumplir con requerimientos estrictos. Pero no tenemos alternativa; y este sistema es el que la mayoría privilegia y da por bueno; y mientras Argentina no quiera pertenecer a él, permanecerá como un país con gobiernos apestados. Una pena.

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