La reparación de la seguridad

Ayer en Michoacán ha iniciado la estrategia de coordinación entre los tres niveles de gobierno para dar seguridad a los mexicanos.

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El gobierno del priista Enrique Peña Nieto comenzó ayer, en los hechos, la rectificación de la estrategia y las estructuras de seguridad, la cual inició con la administración panista de Vicente Fox y que entró en crisis con la de Felipe Calderón.

No se trata de decir que con los gobiernos del PRI la seguridad en México era mejor: la corrupción de las policías tiene su más acabada expresión en la administración priista de José López Portillo y su tristemente célebre jefe de policía, Arturo El Negro Durazo Moreno. Sin embargo, en los siguientes gobiernos se comenzó a erradicar la práctica de la tortura, nacieron las primeras instituciones oficiales de derechos humanos y comenzaron a depurarse los cuerpos de seguridad para intentar contener la infiltración del crimen organizado.

Lo que ocurrió con el panismo fue una mezcla de torpeza y desesperación; mientras Vicente Fox comenzó a desmontar instituciones prioritarias en la materia, como el Centro de Investigación en Seguridad Nacional (Cisen), y a retirar recursos a las corporaciones policiacas, Felipe Calderón hizo de la estrategia de seguridad un asunto político y ambos la utilizaron como propaganda, la cual, al final, se les vino encima y generó un severo daño a la imagen de México, un país que, sin embargo, tiene menores niveles de delito que, por ejemplo, el pujante Brasil.

Ayer en Michoacán, precisamente donde Calderón comenzó su fallida “guerra frontal contra el narcotráfico”, ha iniciado la estrategia de coordinación entre los tres niveles de gobierno para dar seguridad a los mexicanos y reducir el campo de acción de las bandas criminales.

Es ahí donde radica la diferencia conceptual con la pasada administración panista: en una guerra tiene que haber ganadores y perdedores, triunfadores y vencidos, algo que con el delito es simplemente imposible. Hoy las cosas cambiaron y se ve, como en cualquier país, al crimen como un fenómeno que no se puede erradicar por completo, pero al que hay que reducir, controlar y administrar.

Sin duda es simbólico que también ayer se haya anunciado, desde la Secretaría de Gobernación, una partida de dos mil 570 millones de pesos para fortalecer a las policías locales, de las cuales el Estado de México, DF, Veracruz, Chihuahua y Jalisco recibirán los montos mayores, porque fueron precisamente dos mil millones de pesos con los que Fox comenzó hace 12 años el recorte de presupuesto en materia de seguridad, pero también porque politizado, como fue el tema en el sexenio pasado, no había apoyos en la materia para la Ciudad de México.

Habrá que ver si funciona la nueva estrategia, porque lo seguro es que la de Calderón y Genaro García Luna fracasó.

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