Nueva guía de insultos

Los columnistas damos la cara y exponemos abiertamente lo que pensamos sobre diversos temas, lo cual nos expone a ser llenados de improperios.

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Quienes tenemos el privilegio de escribir una columna de opinión en un periódico importante, con absoluta libertad, sin censura y sin recibir la menor línea (como ha sido mi caso en MILENIO Diario a lo largo de más de 14 años), estamos expuestos a los comentarios críticos y/o insultantes de los lectores, ya sea que lo hagan por internet (al pie de cada artículo), por medio de las redes sociales, por carta o hasta en persona (en especial cuando nuestras fotografías aparecen impresas y a la vista de todos).

Los columnistas damos la cara y exponemos abiertamente lo que pensamos sobre diversos temas, lo cual nos expone a ser llenados de improperios —una semana sí y la otra también— por muchos de los que no piensan como nosotros y quienes, casi siempre desde la comodidad del anonimato, profieren toda clase de términos ofensivos. Lo sé, es parte del juego y uno se aguanta. Ya cada quién sabe si le afectan o no.

Lo único que yo cuestiono a los que nos lanzan dicterios e invectivas es que siempre utilicen las mismas desgastadas injurias. Porque estos cuates se repiten hasta la náusea y no salen de sus “vendido”, “chayotero”, “lamegüevos”, “pendejo”, “panista”, “priista”, “chuchista” y un no muy largo etcétera.

Como una contribución al acervo lingüístico de nuestros ofensores, ya se trate de profesionales o de amateurs, les proporciono una serie de insultos perfectamente castizos y que harán más variados y ricos sus denuestos y escarnios.

He aquí solo algunos: arracacho, calilo, merluzo, panarra, lipendi, percebe, zorenco, tontucio, tolondrón, zamacuco, beocio, cazurro, dundo, gaznápiro, atropellaplatos, fuñique, babieca, asnejón, bucéfalo, capullo, samarugo, rácano, suato, papirote, noneco, muérgano, sanano, zolocho, tolete, molondro, carechimba, mamacallos, pirobo, pavisoso, cantimpla, fatulo y cuchara de viernes.

¿Qué tal escribir “este columnista es un panarra” o “¡eres un sanano, un asnejón y un merluzo, so babieca!”. Digo, les daría alguna originalidad y no se verían tan repetitivos. ¿Cómo la ven, mis queridos gaznápiros?

Nada que agradecer.

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