Como el fénix entre las cenizas, así resurge el Club Guadalajara, en medio de una hecatombe donde las llamas del descenso ahora se sienten menos que al inicio de la temporada.

Tal parece que la directiva dio con el hombre correcto después de tantas pruebas y nombres, que lo único que hicieron fue manchar y hundir a la institución rojiblanca. Ahora el club descansa con un título en sus manos y las ilusiones de regresar a la fiesta grande.

Un título que seguramente es muy apreciado y que contrastan con todas aquellas versiones y menosprecio que le dieron a la Copa MX, cuando se instauró su regreso.

Hoy es una copa que Guadalajara y en su momento Cruz Azul, valoran mucho, pues ambas oncenas se convirtieron en poseedores de este reconocimiento después de una larga sequía sin levantar una copa.

No hay mal que dure cien años y ahí van las Chivas, caminando de la mano de un hombre que llegó a México siendo un total desconocido y ahora es el hombre más querido por la fanaticada del Guadalajara; Matías Almeyda.

Almeyda no ha dejado de dar cachetadas con guante blanco a todos sus detractores, a todos aquellos que no le dieron el beneficio de la duda.

Hasta ahora un técnico recto, de quien no se ha escuchado una queja, lamentación y menos pretexto del arbitraje, quizás ahí radique la diferencia entre su antecesor, José Manuel de la Torre, quien se la pasó poniendo pretextos.

Quizás “el efecto Almeyda”, del que tanto se habla, sea guardar silencio y trabajar, porque solamente así se logran los objetivos.

A lo mejor a las Chivas no le alcance para clasificar a la liguilla este torneo, porque su despertar fue demasiado tarde, pero creo que estamos ante el inicio de un gran resurgimiento.

Si su directiva no se vuelve a equivocar, como lo hizo años atrás al retirar a José Luis Real cuando mejor jugaba Guadalajara y a la postre inició toda esta pesadilla, creo que Chivas puede comenzar a olvidarse del descenso y regresar sus pasos hacía la grandeza que le corresponde.