Los 43, el capítulo que Iguala quisiera borrar de su historia

Tras la desaparición de los 43 normalistas, la entidad se convirtió en el símbolo de la violencia que padece México.

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Un grupo de niños juega en una fuente recientemente inaugurada fuera de la oficina de gobierno de Iguala, México. La fuente tiene luces de colores y está rodeada por afiches alusivos a los 43 estudiantes desaparecidos. (Agencias)
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Agencias
IGUALA, México.- El anterior alcalde está en la cárcel y el nuevo quiere "dar vuelta a la página" del peor capítulo en la historia de esta ciudad del sur de México.

Hace 15 meses, cuando los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron a manos de la policía local y de miembros de un cartel de las drogas, Iguala se convirtió en el símbolo de la brutalidad del narcotráfico en México.

Ahora, la policía federal está a cargo de la seguridad, el oficialista Partido Revolucionario Institucional gobierna la ciudad y el alcalde Esteban Albarrán Mendoza solo quiere ver hacia adelante, según publica The Associated Press.

"Yo quisiera que preguntaras a los comerciantes, que le preguntaras a los taxistas, a lo que hacen las amas de casa, a los que hacen de manera cotidiana su vida aquí en el municipio lo que está padeciendo en este momento", dijo Albarrán. "Hay zozobra. No hay tranquilidad. No hay seguridad. A todo este tipo de cosa queremos dar vuelta a la página".

¿Pero cómo puede avanzar esta ciudad cuando, de acuerdo con el recuento de un diario local, hubo cinco asesinatos durante la primera semana de Albarrán en el cargo y 25 en sus primeros dos meses?

Las desapariciones continúan y la mayoría de los desaparecidos no han sido localizados. Para cientos de familias de alrededor de Iguala no hay ninguna posibilidad de cambiar la página mientras no tengan una prueba de que sus seres queridos murieron o que tengan un cuerpo para rendirle luto.

Las autoridades disolvieron la policía local que supuestamente entregó a los estudiantes al cartel de los Guerreros Unidos

Los martes, familiares de desaparecidos se reúnen en el sótano de la iglesia de San Gerardo para escuchar los nuevos números de la Procuraduría General de la República sobre cuerpos encontrados, cuerpos identificados, cuerpos regresados a sus familiares. La mayoría se va sin respuestas y regresa a casa a esperar una llamada para ir a ver fotografías de ropa o recibir información sobre alguna coincidencia de las muestras de ADN que han dado.

Y al mismo tiempo que buscan resolver viejos horrores, aparecen nuevos.

Zenaida Candia Espinobarro pasaba sus domingos con otras familias en las montañas alrededor de Iguala en busca de fosas clandestinas, de los posibles restos de unos de sus hijos que desapareció hace dos años.

Pero mientras buscaba los huesos de uno de sus hijos, perdió otro: Armando Velázquez Candia fue baleado por dos hombres a bordo de una motocicleta cuando estaba enfrente de la casa de su novia la tarde del 26 de octubre. Diez días después murió.

Además de la violencia, el tráfico de drogas también continúa. A pesar de la presencia de la policía estatal y federal, y del Ejército, no hay señales de que el narcotráfico haya disminuido en Iguala o en algún otro lugar del estado de Guerrero, donde se produce marihuana y pasta (goma) de opio para abastecer el mercado de la heroína en Estados Unidos.

Otra vez este mes, autoridades estatales y federales prometieron más seguridad para Guerrero y erradicar los cultivos de amapola. Reconocieron que los esfuerzos anteriores han tenido poco impacto.

No es que en Iguala no haya algunos cambios: el ex alcalde José Luis Abarca Velázquez fue detenido y acusado de asesinato como parte de las investigaciones por la desaparición de los 43 estudiantes; además, 66 policías de Iguala y de la localidad vecina de Cocula, permanecen también en prisión.

Las autoridades disolvieron la policía local que supuestamente entregó a los estudiantes al cartel de los Guerreros Unidos, el cual, según las autoridades, tenía vínculos cercanos con Abarca.

Albarrán, de 47 años, asumió el cargo como nuevo alcalde el 30 de septiembre. Tiene grandes planes: un gobierno transparente, y contribuir a tener una ciudad más próspera. Pero en una reciente conferencia de prensa este mes reconoció que Iguala aún es insegura.

A diferencia de muchos en Iguala, los padres de los 43 estudiantes no permanecen en silencio

"Hace ocho días exactamente yo estaba diciendo... que teníamos nueve, 10 días que no había sucedido nada", dijo. "Y desgraciadamente, desafortunadamente ese mismo día a las cinco de la tarde y a las siete de la noche se suscitaron dos situaciones muy lamentables".

La primera víctima esa noche fue un taxista que recibió múltiples disparos en su carro desde una motocicleta, según el diario local El Sur. El segundo, un adolescente de 14 años, a quien dispararon en varias ocasiones una hora después, a sólo una cuadra de la iglesia San Gerardo donde muchos familiares de desaparecidos se han reunido cada semana desde noviembre de 2014.

Albarrán dijo que los más recientes asesinatos habían sido "muy dirigidas", un eufemismo que funcionarios utilizan para sugerir que las víctimas estaban involucradas en actividades ilegales y posiblemente fueron asesinadas por rivales.

El alcalde también aseguró que la violencia de Iguala es menor a la de otras ciudades más grandes de Guerrero, como el puerto turístico de Acapulco y Chilpancingo, la capital estatal, donde aseguró que está "la delincuencia desatada".

De enero a octubre, los asesinatos en Iguala crecieron 25 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior, con 81 crímenes entre una población de 150 mil. En el una vez glamuroso puerto de Acapulco se registraron 751 homicidios, un aumento de 59 por ciento también con respecto a 2014.

El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, y los miembros del gabinete federal de seguridad viajaron este mes a Iguala para abrir un nuevo centro de inteligencia y prometieron mantener el apoyo del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto en el estado.

Ese día, en esa ciudad, hombres armados detuvieron en un retén a una mujer y sus dos hijos. La madre fue localizada al día siguiente con dos disparos en la cabeza. Los jóvenes se sumaron a la lista de 26 mil desaparecidos en México desde 2007.

Diez desaparecidos más han sido reportados en Iguala desde que ya no se supo más de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, según los registros gubernamentales. Pero debido a que poca gente denuncia ese tipo de incidentes, el número real probablemente es mucho mayor.

Mientras tanto, los habitantes tienen que adaptarse de distintas maneras a la vida en Iguala. Leticia Salgado Pedro, una profesora de primaria, ya no usa casco cuando monta en su motocicleta: prefiere arriesgarse a un accidente de tránsito que a ser confundida con el blanco de un sicario.

Sus vecinos se quedan en casa, especialmente en las noches.

"Las personas que salían a tomar, principalmente los jóvenes, ya no lo hacen, ya no se reúnen en las esquinas como antes", dijo Yazmín, quien perdió a su esposo y su cuñado. No quiso dar su apellido.

Si los habitantes de Iguala llegan a hablar de violencia, lo hacen sobre todo en privado. Y si preguntas su nombre, prefieren no darlo "por seguridad".

A diferencia de muchos en Iguala, los padres de los 43 estudiantes no permanecen en silencio. Continúan sus protestas en demanda de saber qué pasó con sus hijos. Y los familiares de los otros desaparecidos aún están en busca de respuestas.

Hasta entonces, todos ellos se niegan a cambiar la página.

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