La Virgen que pidió que la sacaran del agua

Cientos de personas acuden a venerarla y a pedir o agradecer favores, pero sufren discriminación por su devoción en un país de mayoría budista.

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Una mujer observa una de las dos estatuas de la Virgen María durante el tercer aniversario del descubrimiento de la otra estatua en el río Mekong, en el pueblo de mayoría vietnamita Arey Ksat, en la provincia de Kandal al sur de Camboya. (EFE)
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EFE
AREY KSAT, Camboya.- Entre dragones chinos, luces de neón y crucifijos, unos dos mil fieles cristianos, la mayoría de etnia vietnamita, veneran dos imágenes de la Virgen María rescatadas según una leyenda en el río Mekong en Camboya.

La multitud, incluidos visitantes de otras provincias y cientos de peregrinos desde Vietnam, se reúne dos veces al año - en abril y noviembre- para conmemorar el descubrimiento de las dos estatuas en Arey Ksat, un pueblo en la provincia camboyana de Kandal (sur).

"(Una pescadora) soñó una noche que la virgen le decía que alguien tenía que venir a sacarla de allí, le indicó dónde, el lugar. Al día siguiente se fue a pescar y encontró la estatua de la Virgen María", relata el padre misionero Gustavo Benítez durante la última misa celebrada en honor a las vírgenes el pasado mes.

A pesar de que la celebración incluye cantos y una mezcla de coloridas tradiciones jemeres y vietnamitas, la eucaristía sigue los preceptos tradicionales.

También hay asistentes involuntarios llegados en el transbordador llegado a Arey Ksat a través del Mekong desde la capital, Phnom Penh.

Los pasajeros centran sus miradas en el obispo de Phnom Penh, el francés Olivier Schmitthaeusler, que detiene su paso constantemente mientras los fieles buscan su mano para la bendición.

"La mitad de los que vienen aquí no son católicos pero creen en la Virgen. Dicen que hizo milagros", dice Seang Ly, una vendedora católica de etnia vietnamita que pertenece a la iglesia de un pueblo cercano.

"No podemos llamarlos milagros, pero si podemos llamarlos gracias", puntualiza el padre Gustavo en la pequeña iglesia del pueblo, sin bancos por la costumbre local de sentarse sobre esteras.

Mayoría budista

Algunos de los que llegan a la parroquia son enfermos, ciegos o utilizan silla de ruedas; muchos vienen para rezar por temas de salud, otros vienen para rogar por su trabajo o por amoríos.

"Le voy a pedir tener éxito en mi negocio, soy un obrero, mi compañía tiene materiales de construcción, quiero expandir mi negocio, gasto dinero al venir aquí pero quiero rogarle a la Virgen", cuenta Doan Thanh Phoung, un vietnamita que viene desde Ho Chi Minh junto con su familia.

En Camboya, la mayoría de la población profesa el budismo y solo unos 20 mil de una población total de quince millones son católicos, mientras que en Vietnam cerca del siete por ciento de sus habitantes profesa el catolicismo.

El policía local camboyano Narin Prak observa con indiferencia los preparativos de la misa y se muestra escéptico sobre los poderes de la Virgen.

"Es la creencia de los vietnamitas, yo soy jemer y por lo tanto budista por lo que no pienso que la virgen tenga poderes", asegura el policía.

Tensiones políticas

Los vecinos rezan recordando los incidentes ocurridos el pasado junio, cuando decenas de vecinos de etnia vietnamita fueron desalojados de sus casas flotantes en el río, a pesar de que muchos de ellos tenían permiso de residencia.

Denuncian que sufren discriminación en el que consideran más que su país de residencia, su patria.

Organizaciones de defensa de las minorías étnicas como MIRO denuncian que esta minoría padece las tensiones políticas por la convulsa historia entre Camboya y Vietnam, lo que se suma a las dificultades de conseguir un registro de nacimiento que legalice su situación.

Además, la xenofobia ha empeorado en los últimos años por la utilización del sentimiento antivietnamita por parte de la oposición camboyana como arma política.

"Echaron a vietnamitas de las casas flotantes, muchos estaban muy enfadados pero mis compañeros y yo hicimos nuestro deber porque las ordenes venían de arriba", defiende Narin Prak, el policía local.

En la ceremonia por la Virgen de Arey Ksat, el obispo Olivier pide por la paz en los fastos religiosos que, a pesar de las viejas rencillas étnicas, transcurren con normalidad. 

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