La suspicacia estéril

El rechazo a la información fidedigna sobre epidemias, desastres naturales y vacunas, es más bien de tipo ideológico: rechazamos las ideas que no nos gustan o son de fuentes con las que no comulgamos.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Una de las piedras angulares del método científico es el pensamiento crítico. Desgraciadamente, en México lo que debería ser un pensamiento basado en el sentido común, educado y nutrido por conocimientos, y apoyado en un escepticismo informado (no irreflexivo) se ha convertido en lo que podríamos llamar una suspicacia estéril, un sospechosismo pernicioso.

Dos botones de muestra: en 2009, cuando la pandemia de influenza se extendía por el mundo, surgieron voces que hablaban de una supuesta conspiración para lanzar el virus, que habría sido traído por el presidente Barack Obama en una visita que coincidió con el brote. Al mismo tiempo, se habló de un complot del gobierno mexicano para crear alarma con una epidemia inexistente.

¿La realidad? Se trató de una epidemia real, con un riesgo potencial alto, ante la que se reaccionó de manera adecuada conforme a las normas internacionales. Finalmente resultó, por suerte, ser menos mortífera de lo que se temía.

Caso dos: el huracán Patricia. Nuevamente se actuó conforme a las normas internacionales de prevención, informando ampliamente a la población y tomando medidas. Al final resultó mucho menos dañino de lo temido, pues bajó de categoría 5 a 1 de manera inusitadamente rápida. 

Nuevamente, rumores y comentarios sobre un complot o cortina de humo por parte del gobierno se apoderaron de las redes sociales.

Una proporción importante de los mexicanos está cayendo en la llamada conspiranoia: tendencia a desconfiar de toda información oficial para adoptar teorías de complot.

El pensamiento crítico requiere poner en duda lo que se nos dice y exigir evidencia de ello. Pero no todas las afirmaciones merecen ser puestas en duda. Y la evidencia para aceptarlas o descartarlas debe ser confiable. El rechazo a la información fidedigna sobre epidemias, desastres naturales, vacunas y otros temas, es más bien de tipo ideológico: rechazamos las ideas que no nos gustan o que vienen de fuentes con las que no comulgamos. Esta es la receta para ser un país cada vez más atrasado.

La manera de resolver nuestros problemas no es desechar por sistema toda la información que provenga de las autoridades, sino someterla a un examen crítico, sí, pero racional e informado.

Lo más leído

skeleton





skeleton