Talento CICY, el cunero de la ciencia en Yucatán

El programa busca despertar el pensamiento crítico en niños y jóvenes mediante proyectos útiles.

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Talento CICY tiene un modelo lúdico en el que los participantes comparten sus experiencias y conocimientos. (Agencia Informativa Conacyt)
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Agencias
MÉRIDA, Yuc.- Creado en el año 2011 como parte de las actividades de divulgación científica del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), Talento CICY se ha consolidado como un programa formativo que tiene el objetivo de invitar a niños y jóvenes a adentrarse en el mundo de la ciencia y la tecnología a través de estancias en proyectos de investigación y experimentación científica.

Daniela Huda Tarhuni Navarro, coordinadora de Talento CICY, señaló en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt que el programa está dirigido a niños y niñas que tienen una inclinación hacia las actividades científicas y tecnológicas, con el propósito de desarrollar sus potenciales y promover la integración de este conocimiento en sus vidas cotidianas.

“Queremos que logren interiorizar el conocimiento científico para ayudarlos a desarrollar un pensamiento crítico, es decir, que no solo se aplique a cuestiones científicas o tecnológicas, sino al resto de sus vidas”, apuntó.

Talento CICY cuenta con el apoyo del CICY del Conacyt y es organizado por el equipo de Comunicación Institucional del CICY. En su quinta edición recibió un total de 54 solicitudes, de las cuales resultaron 40 seleccionadas para colaborar en 13 proyectos de investigación. Las metodologías de los proyectos responden a una pregunta de investigación detonante que deben resolver a lo largo de dos semanas, o bien, pueden responder a un reto que los guías les asignan durante una primera reunión.

“A lo largo de dos semanas queremos fungir como guías, no como los tutores que les dicen qué hacer sino como los guías que los van acompañando en la reflexión de los procesos que deben realizar para responder a sus preguntas de investigación”, comentó Tarhuni Navarro.

Como parte de los criterios de participación, Talento CICY contempla entre cinco y siete lugares para niños y niñas que solicitan su primer o segundo reingreso, después del cual ya no es posible continuar como asistente del programa. Sin embargo, hay jóvenes que después de realizar varias estancias en el programa se han integrado como parte del staff, colaborando con el equipo del CICY.

Al término de las dos semanas se realiza la feria de ciencias, un modelo lúdico en el que los participantes comparten sus experiencias y los conocimientos adquiridos. En los primeros años del programa se realizaron tres minisimposios de investigación, donde los chicos se presentaban ante un auditorio y daban a conocer sus resultados, como en cualquier otra actividad científica.

“Fueron experiencias muy buenas pero decidimos cambiarlo a las ferias de ciencia porque brindan un espacio más cercano de intercambio de experiencias y conocimientos, además de que los chicos pueden recrear tantas veces les pregunten todo el conocimiento científico del que se apropiaron”, apuntó Tarhuni Navarro.

Selección de proyectos

Los 13 temas seleccionados para esta edición resultaron de una convocatoria abierta a la comunidad del CICY. El número de propuestas varía año tras año, de acuerdo con las actividades de investigación que se realizan en el centro de investigación. Mientras que el primer año contó con ocho proyectos en los que participaron 20 niños, para el segundo año el ingreso se duplicó.

El programa no solo representa una plataforma de aprendizaje para los jóvenes participantes, sino que también promueve una interacción lúdica entre investigadores, estudiantes de posgrado, equipos de técnicos, ingenieros de las áreas de instrumentación y el equipo de comunicación institucional, quienes trabajan en conjunto para desarrollar las propuestas de los temas que los niños llevarán a cabo a lo largo de su estancia.

De acuerdo con Tarhuni Navarro, hay proyectos como la Incubadora casera de codornices que se realizan anualmente, en el que los chicos aprenden las condiciones ideales de humedad y temperatura que debe tener una incubadora para que las codornices puedan eclosionar adecuadamente.


Tras varios años de llevar a cabo innovaciones en el proyecto, en esta edición se presentó la eficiencia en la eclosión de dos incubadoras diferentes que se han desarrollado en el CICY, obteniendo uno de los tres lugares ganadores. “Los proyectos también van evolucionando en la medida en que los vamos desarrollando a lo largo del tiempo”, comentó Tarhuni Navarro.

Conociendo la morfología del polen

El proyecto Análisis de la miel en el meliponario del CICY también fue realizado por segunda ocasión con la participación de cuatro niñas. María Goreti Campos Ríos, responsable del área de servicio del Microscopio Electrónico de Barrido (MEB), señaló en entrevista que el objetivo del proyecto fue introducir a las niñas en el conocimiento del propóleo producido por las abejas meliponas y, adicionalmente, en las técnicas que se utilizan para el análisis de la flora melífera.

“Durante este proyecto analizamos muestras de la miel que es producida por unas abejas locales llamadas meliponas, que se diferencia de la Apis mellifera —que es la especie más comercial— porque la melipona tiene un hábitat muy reducido y se están acabando las colmenas locales por falta de cultivo, por lo que una de las vertientes de este proyecto es rescatar el conocimiento de estas mieles”, apuntó.

En el taller, las participantes analizaron varias especies de polen del meliponario del Jardín Botánico del CICY y mediante el microscopio electrónico de barrido amplificaron la imagen de una partícula (de un tamaño aproximado de entre 30 y 50 micras) para conocer a qué especie pertenecían. “La morfología del polen nos puede indicar de qué planta proviene y está tanto en la miel como en el polen de la abeja”, apuntó Campos Ríos.

La importancia de los insectos

Lilia Emma Carrillo Sánchez, responsable de las colecciones del Jardín Botánico del CICY, señaló en entrevista que el proyecto Conoce a los individuos de seis patas del Jardín Botánico Regional tuvo como objetivo principal que los chicos que participaron tuvieran una aproximación con los insectos, el grupo más diverso de seres vivos que existe en el planeta, para conocerlos, familiarizarse con ellos y comprender lo importante que pueden ser.

“La primera reacción de cualquier persona es aplastar a los bichos, pero podemos conocer un poco más allá, por qué están aquí, qué hacen, en qué nos benefician, en qué nos perjudican, cómo los utilizamos y cómo le hacen bien a este mundo y a todos los ecosistemas”, comentó.

Del gran número que compone la clase de insectos, los siete órdenes más conocidos fueron los que se estudiaron durante la estancia: avispas, hormigas, grillos, moscas, lepidópteros y coleópteros, que tienen una gran importancia tanto como plagas, como polinizadores y comestibles.

Durante los primeros días, los chicos se introdujeron en el mundo de los insectos con charlas interactivas. Después continuaron los recorridos por el Jardín Botánico para que pudieran conocerlos en vivo y, sobre todo, para que aprendieran a encontrarlos, pues usualmente las personas no están acostumbradas a fijarse en los sitios en que se ocultan. Finalmente, los chicos capturaron algunos mediante trampas indirectas para estudiarlos.

Experimentos con electromagnetismo

Mariana de Jesús Domínguez Góngora formó parte del taller Experimentos con electromagnetismo, en el que se realizaron experimentos básicos en torno a la interacción entre los campos eléctricos y magnéticos, aprendiendo sobre las leyes de Faraday.

“Tenemos un ejemplo de una bobina y el campo magnético que se genera al pegar el circuito, y lo generó Oersted en 1820, hace casi 200 años; con esto generamos un campo magnético y lo podemos ver porque ya que lo ponemos en un alambre o en un solenoide (alambre enrollado en forma de resorte), una brújula imantada se empieza a mover, y es mucho más rápido con el solenoide que con el alambre”, explicó Mariana.

Además de lo aprendido en sus proyectos, las niñas participaron en un taller de Lego y en uno de reciclaje, donde aprendieron el significado de reciclar, reusar, reducir “y otras ‘R’ que no son muy conocidas”, según expresaron.

Nueva generación de divulgadores científicos

En palabras de Daniela Tarhuni Navarro, si bien es importante desarrollar proyectos de investigación, también es necesario enseñar entre los niños el valor de la comunicación de la ciencia. Para ello, se realizó por segunda ocasión el proyecto NotiCiencia, con el objetivo de fomentar una reflexión en torno al tipo y la frecuencia de contenidos científicos que los niños observan en las noticias.

A partir de esto, los participantes llevaron a cabo una cobertura global de los proyectos de investigación que sus compañeros realizaron, desarrollando habilidades para entrevistar, para redactar notas por sí mismos y para presentar la información de una manera atractiva frente a una cámara. “Es interesante ver este proceso en los niños y que haya el interés por comunicar lo que los otros están haciendo”, apuntó Tarhuni Navarro.

Portando con orgullo el chaleco de NotiCiencia, Rigel Lara Jáber comentó en entrevista que en el proyecto siguieron cuatro pasos fundamentales. “Punto uno: seleccionamos el tema y el proyecto que nuestros compañeros quisieron dar a conocer; punto dos: investigamos sobre el tema elegido para saber qué preguntas debíamos hacer a nuestros compañeros; punto tres: formulamos las preguntas para hacer la entrevista; y punto cuatro: visitamos a los compañeros en su área de trabajo para poder hacer la entrevista y también hicimos video y fotografía”, expresó.

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