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Si te muerdes las uñas de vez en cuando, no hay por qué preocuparse. (Contexto/Internet)
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Agencia
Estados Unidos.- ¿Te estás toqueteando el pelo o mordiendo las uñas sin darte cuenta mientras lees este artículo? Una investigación de la Universidad de Montreal, en Canadá, sugiere que los comportamientos compulsivos de este tipo dicen mucho más sobre tu personalidad de lo que crees.

De acuerdo con The Huffington Post, las personas que suelen ser impacientes o que se aburren y se frustran con facilidad tienen más probabilidades de llevar a cabo comportamientos repetitivos en relación con el cuerpo, tales como rascarse, morderse las uñas o arrancarse las pestañas, explicaron los especialistas.

El estudio, publicado en una edición del Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, apunta al perfeccionismo (un rasgo que puede ser más nocivo de lo aparente) como una causa subyacente.

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En el estudio, los investigadores trabajaron con 48 participantes, de los cuales la mitad presentaba habitualmente estos comportamientos. Los otros participantes, que no tenían estos hábitos, actuaban como grupo de control. Se preguntó a los participantes hasta qué punto experimentaban emociones como aburrimiento, enfado, culpa, irritabilidad y ansiedad. Entonces, cada participante era expuesto a situaciones destinadas a provocar alguna sensación en particular, entre otras relajación, estrés, frustración y aburrimiento. En el caso del aburrimiento, por ejemplo, el sujeto simplemente se quedaba solo en una sala durante seis minutos.

Los participantes con un historial de conductas nerviosas centradas en el cuerpo expresaron una mayor necesidad de llevar a cabo esos comportamientos cuando se sentían estresados o frustrados. Pero no sentían esta necesidad cuando estaban relajados.

Si te muerdes las uñas de vez en cuando, no hay por qué preocuparse; probablemente no estés causando mucho daño. De hecho, los investigadores afirman que estos comportamientos cumplen un propósito temporal cuando no somos capaces de canalizar nuestra energía de forma más productiva.

"Los efectos positivos de estos hábitos son la estimulación y una forma (inadaptada) de regular la emoción", explicaba O'Connor vía correo electrónico a la edición estadounidense de The HuffPost. "Lo que desencadena el hábito principalmente es la frustración y la impaciencia, de modo que ese gesto sustituye a una acción más constructiva".

No obstante, cuando es difícil parar esos hábitos e interfieren en la vida diaria, se pueden convertir en trastornos del comportamiento. La actriz Olivia Munn, por ejemplo, ha hablado alguna vez sobre su lucha contra la tricotilomanía, un trastorno de ansiedad que consiste en quitarse las pestañas de forma compulsiva.

"No me muerdo las uñas, pero me arranco las pestañas", confesó Munn en New York Daily News en 2012. "No duele, pero es muy molesto".

Entonces, ¿cómo pueden tratarse estos hábitos? De acuerdo con O'Connor, en la actualidad existen dos posibles vías: un tratamiento de conducta que implique sustituir la manía por una acción contraria, y la otra sería mediante un enfoque diferente que se centre en los factores subyacentes que crean tensión, como el perfeccionismo y los pensamientos negativos.

"Observamos todos los pensamientos y comportamientos presentes en situaciones de alto riesgo para esa conducta y los modificamos a través de una terapia cognitiva para que se asemejen a los pensamientos en situaciones de bajo riesgo", contó O'Connor. "No tratamos el hábito directamente para que la persona no tenga que aprender una respuesta contraria que lo reemplace".

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