Niemeyer se inspiraba en las curvas de Brasil

Tras permanecer más de un mes hospitalizado por problemas renales y fallas respiratorias, muere a unos días de cumplir 105 años.

|
El arqutecto Óscar Niemeyer nació en Río de Janeiro el 15 de diciembre de 1907, y hasta sus últimos días nunca paró de diseñar. (Agencia Reforma)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Alberto Armendáriz/Agencia Reforma
RÍO DE JANEIRO, Brasil.- Tras permanecer más de un mes internado por problemas renales y fallas respiratorias, el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer falleció este miércoles, a unos días de cumplir 105 años.

A lo largo de su centenaria vida, Oscar Niemeyer se inspiró en la natural sensualidad de Brasil y en la abstracción de sus ideales políticos para crear una marca arquitectónica propia, escultural, futurística y utópica, que proyectó a todo el mundo.

Considerado, junto con Frank Lloyd Wright, Mies van der Rohe, Le Corbusier y Alvar Alto como uno de los arquitectos más importantes del siglo 20 y una de las figuras más influyentes de la arquitectura moderna internacional, Niemeyer nació en Río de Janeiro el 15 de diciembre de 1907, y hasta sus últimos días nunca paró de diseñar.

Asistido por su segunda esposa, Vera Lúcia Cabreira, su ex secretaria, 36 años menor que él, siempre pedía papel y lápiz para dibujar en su departamento de Copacabana, con una espectacular vista del mar y de los sinuosos morros cariocas.

Vida bohemia

Gracias al dinero de su padre, dueño de una tipográfica, tuvo una juventud despreocupada y se dedicó a la vida bohemia hasta que en 1928 se casó con Anita Baldo, madre su única hija, Anna María Niemeyer, una reconocida diseñadora de interiores.

Comenzó entonces a trabajar en la empresa familiar y estudió arquitectura e ingeniería en la Escuela Nacional de Bellas Artes, de donde se graduó en 1934.

Para entonces ya trabajaba ad honorem en el estudio del prestigioso arquitecto Lucio Costa, quien se volvería su mentor, socio en varios proyectos y gran amigo. Fue Costa quien en 1936 lo colocó en el equipo para diseñar en Río el nuevo Ministerio de Educación y Salud, hoy conocido como Palacio Capanema y considerado uno de los exponentes más puros del movimiento modernista.

Asesorados por Le Corbusier, Niemeyer y sus colegas concibieron el primer rascacielos modernista, con elementos tropicales como su característico brise-soleil, una terraza jardín, murales con azulejos de Candido Portinari y con la estructura apoyada en grandes columnas-pilares.

También con Costa diseñó el Pabellón de Brasil para la Feria Mundial de Nueva York, en 1939, con el que cosechó grandes elogios y le ganó renombre internacional por la plasticidad que le daba al hormigón armado.

Ya en Brasil, el entonces alcalde de Belo Horizonte, Juscelino Kubitschek, le encomendó a Niemeyer un complejo de edificaciones conocido como Conjunto Arquitectónico de Pampulha, con la famosa Iglesia de San Francisco de Asís, que las autoridades católicas se negaron a bendecir por sus inusuales formas y elementos decorativos.

Apasionado izquierdista

 

Idealista y promotor de la lucha contra las desigualdades sociales, en 1945 se afilió al Partido Comunista Brasileño y se volvió un apasionado defensor de la ideología de izquierda, que le ganó la amistad de figuras como Fidel Castro y Luiz Inácio Lula da Silva, pero también le acarreó varios problemas en los años de la Guerra Fría. Tuvo que dejar de lado las invitaciones para enseñar en las universidades estadounidenses de Harvard y Yale porque su visa fue negada.

No obstante, en 1947 su proyecto general para la sede de Naciones Unidas en Nueva York fue elegido y terminó viajando a Estados Unidos para supervisar la construcción del edificio junto a Le Corbusier.

En Brasil, en tanto, diseñó algunos sitios icónicos, como el Edifico Copan y el Parque Ibirapuera, ambos en São Paulo; la Casa de las Canoas y la sede del Banco Boavista, en Río de Janeiro.

Fue, sin embargo, durante la presidencia de Kubitschek (1956-1961) que Niemeyer hizo su mayor aporte a la arquitectura brasileña, con el diseño de los principales edificios públicos de la nueva capital, Brasilia, proyectada por Costa. Ahí se destacan la Catedral, el Congreso, los palacios del Planalto, Alvorada e Itamaraty, y numerosos predios habitacionales, pensados para que las diferentes clases sociales convivan en armonía.

 

Exilio

La llegada de la dictadura militar (1964-1985) lo llevó al exilio en Francia y a realizar varios trabajos en Europa, África y Asia (la sede de editorial Mondadori en Italia; el hotel Pestana Casino Park en Portugal; la sede del Partido Comunista en Francia; la Universidad de Ciencia y Tecnología en Argelia; la Universidad de Haifa, en Israel, entre otros).

Comenzó entonces también a diseñar muebles, el más conocido de ellos, la silla "Río".

Amparándose en la Ley de Amnistía de 1979, Niemeyer regresó a Brasil a principios de 1980; ganó el prestigioso Premio Pritzker en 1981, y siguió trabajando incansablemente en proyectos como el Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi; el Nuevo Museo de Curitiba (hoy Museo Oscar Niemeyer), y el Memorial de América latina, en São Paulo.

En medio de innumerables reconocimientos de universidades internacionales, sus últimos años de vida estuvieron empeñados en completar las edificaciones del llamado Camino Niemeyer, en Niteroi; el Museo Pelé, en Santos; y el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer en Avilés, España, entre otros.

En 2006, con 99 años y tras dos de viudez, se casó con su fiel secretaria, Vera Lúcia, de 60 años. Ni siquiera durante las varias estancias hospitalarias que tuvo desde entonces dejó de dedicarse a su gran pasión de diseñar armado tan sólo de un lápiz y un papel.

Lo más leído

skeleton





skeleton