Caso Tres Marías: Se hizo el muerto para salvar su vida

El chofer de la camioneta diplomática dijo a sus ocupantes que fingiría su muerte para que los agresores cesaran el fuego, lo cual no ocurrió.

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La camioneta quedó detenido sobre la carretera federal 150. (Archivo/Agencias)
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Staff/Agencia Reforma
MÉXICO, D.F.- Acorralados en un paraje de Tres Marías, el agente de la CIA Stan Boss, conductor de la camioneta con placas diplomáticas, le dijo a sus compañeros que se "haría el muerto" para que dejaran de disparar los agentes de la Policía Federal, vestidos de civil. Pero el fuego no cesó.

"(Boss) nos dice que se va a hacer el muerto tirándose sobre el manubrio con el objeto que dejen de disparar, sin embargo no lo hacen y continúan disparándole al vehículo, entonces, mientras disparan, el piloto recibe dos impactos adicionales de bala, uno en el brazo derecho y otro en el muslo derecho.

"Unos cuantos segundos después de eso dejaron de disparar y miré por las ventanas, percatándome que se veían entre ellos como si no trajeran más municiones, quedando todo muy quieto, entonces los pistoleros no nos hablan, no se acercan al vehículo y el piloto sigue haciéndose el muerto", narró el también agente Chese Garner, en una inédita declaración de un agente de la CIA en el extranjero.

Según la causa penal 83/2012 del Juzgado Cuarto de Distrito en Morelos, Garner ya se había pasado al asiento trasero de la camioneta Toyota Land Crusier, en busca del botiquín de primeros auxilios, para tratar de detener la hemorragia de su brazo izquierdo, atravesado por un balazo.

A Stan, su compañero al volante, el rozón de un tiro le destrozó la mitad de la oreja derecha, le incrustó los lentes en la cara y produjo un desmayo momentáneo, pero reaccionó cuando recibió otro balazo en el brazo y se dio cuenta que también empezaba a sangrar de una pierna.

"El primer impacto que sentí fue en la cabeza, en la zona del oído derecho, de atrás hacia adelante y en la mejilla, me lesionó con un rozón, de hecho me destrozó la oreja en la parte media, a consecuencia de ello perdí el sentido.

Cuando vuelvo en sí me percato que fui impactado en el brazo derecho, pero tenía diferentes esquirlas, aproximadamente 10, las cuales no tuvieron salida, sentí otra lesión en la pierna derecha, en el muslo, igual por una bala; en ese momento dedico a hacerme el muerto para que dejaran de atacarnos", recuerda Stan Boss.

Disparos desde los árboles

Con la llanta trasera derecha ponchada, la camioneta de los estadounidenses estaba inmovilizada en un paraje a dos kilómetros y medio de la gasolinera de Tres Marías. De dos vehículos de los agresores apostados detrás de ella, habían bajado por lo menos cuatro de los agentes.

Para dispararles, uno se había trepado a un desnivel y los otros tiraban desde unos árboles.  Uno de los federales vestido de civil fue el más perseverante. Al frente de su grupo, con un arma larga que en un principio a los estadounidenses les pareció que era una AK-47, disparó directamente a la altura de la ventanilla del conductor, luego en el parabrisas y el cristal del copiloto.

"¡Son diplomáticos! ¡son diplomáticos!", gritaba el Capitán de Fragata Fabián Molina Llera, quien también iba en el asiento posterior del vehículo, desesperado porque no salía su llamada de celular para pedirle ayuda al Teniente de Fragata Leonardo Ruiz Canche, entrenador del campo de adiestramiento en "El Capulín".

Cuando los agresores tenían rodeada la Toyota, llegaron cinco patrullas de la SSP. Uno de los mandos uniformados de la PF bajó de una de ellas y se acercó a camioneta perforada con 152 balazos.

Sin retén

El fuego había terminado y Garner le dijo al capitán, su traductor, que cuestionara al mando por la agresión. "El hombre de la AK-47 me estaba tratando de matar y el capitán Molina le tradujo eso al jefe, pero yo creo que el jefe ya había entendido lo que había dicho en inglés y le contestó que me habían disparado porque se pasó un punto de control de la policía", cuenta Garner.

Pero la mañana del 24 de agosto nunca hubo un retén de policía ni una agresión de parte de los tripulantes de la Toyota, de acuerdo con el expediente que la PGR presentó ante la juez federal Griselda Sáenz Horta.

Las últimas imágenes que Boss recuerda resumen un episodio sangriento: "Yo estaba tratando de usar mi celular, pero había tanta sangre en mis manos que no pude hacer nada. Vi que (Garner) se desplomaba enfrente del vehículo y alcancé a ver que sus piernas y toda la parte de atrás estaba llena de sangre, entonces yo intentaba abrir la puerta del vehículo".

"Después se me extrajo (una bala) del muslo al ser atendido en el hospital de la Marina en la Ciudad de México, misma que me fue entregada y yo a su vez se la entregué al investigador del Departamento de Estado adscrito a la Embajada de Estados Unidos en México", contó.

Frecuentaron el camino

El 24 de agosto, aproximadamente a las 7:15 horas, los estadounidenses Stan Boss y Chese Garner, junto con el Capitán de la Armada Fabián Molina Llera, salieron del Hotel Fiesta Inn de Cuernavaca en una Toyota Land Cruiser negra, placas BCM 242.

Tomaron la carretera federal 150 con dirección al DF y luego continuarían por un camino de terracería, unos tres kilómetros adelante de Tres Marías, con dirección al campo de adiestramiento de la Marina en el municipio mexiquense de Xalatlaco, donde acudían por quinto día consecutivo.

"Chese y Stan iban como observadores de las prácticas de tiro y yo iba como enlace y traductor, Stan iba conduciendo la camioneta, Chese iba de copiloto y yo iba sentado atrás del copiloto; dichas prácticas de tiro estaban programadas del 20 al 25 de agosto", declaró el marino a la PGR.

A la misma hora, afuera de un corralón ubicado al inicio de la misma brecha hacia "El Capulín", acababa de estacionarse una Voyager verde. Al volante iba el dueño, Gerardo Garduño Ramírez "El Anfibio" y lo acompañaban Rubén Sánchez Fonseca, Uriel Garrido Franco e Ivonne Moreno Romero, todos agentes de la PF.

El subinspector Garrido le pidió a Fonseca tocar la puerta del corralón para que preguntara por el dueño. Desde la camioneta, el mando policiaco vio cómo un hombre de sombrero movía la mano negativamente a su subordinado, vestido de civil.

Sánchez Fonseca volvió a subirse a la Voyager, donde Garrido le dice: "Márcale al señor de las grúas y dile que si puede presentarse al 18", número que para los policías significa destacamento u oficinas.

"Quiero ver al señor para ver si nos puede dar permiso de meternos en las instalaciones donde están las grúas y hacer el trabajo de investigación", le comentó Garrido al suboficial. Sánchez marcó, intercambió unas palabras y luego le dijo a su jefe: "Que sí va a ir señor".

Primera vista

Eran las 8:05 horas, cuando Garrido apenas les iba a explicar de su interés en el corralón. Los estadounidenses iban un kilómetro y medio después del entronque de la carretera federal, sobre la terracería. Fue el primer momento en que estuvieron a la vista de los policías.

"Estábamos sentados dentro de la camioneta verde cuando entra un Tsuru color azul y atrás de una camioneta de color negra y dice el jefe (Uriel Garrido)  'ah, chingá, tan temprano y qué camionetón'", recuerda Ivonne Moreno.

Según el relato de la agente, Garrido le ordenó al "Anfibio" seguir a la Toyota.

Los policías más tarde dirían que lo que buscaban en el corralón era una pista sobre el secuestro de Salvador Vidal Flores López, funcionario del INAH, registrado el día anterior por esa zona, aunque para la PGR esta investigación no estaba formalmente en manos de la PF.

Cuando el vehículo de los agentes se empató abruptamente por el lado izquierdo con la camioneta de placas diplomáticas, el estadounidense Boss advirtió que el copiloto de la Voyager llevaba un arma larga entre las piernas, al parecer un AR-15, y le hizo señas para detenerse.

Comienza el fuego

El agente de la CIA al volante detuvo la marcha y la Voyager de "El Anfibio" paró unos 20 metros delante de la Toyota. Dos de los federales vestidos de civil, empuñando sus rifles de asalto, bajaron de la camioneta y es cuando Stan Boss pisa el acelerador en reversa y le comienzan a disparar.

Aunque Ivonne Moreno dice sobre este pasaje que el primer disparo lo escuchó como a 20 centímetros de la ventanilla de Boss, luego de que éste bajara el cristal, los estadounidenses y el marino no iban armados y la PGR nunca halló un indicio balístico distinto al de las armas de los policías.

La Toyota se metió en reversa a un sembradío, recorrió 50 metros y se incorporó al camino de terracería con dirección a la carretera federal, en medio de una lluvia de balas.

Se distanciaron de la Voyager, pero enseguida se cruzaron con un Chevy azul en el que iban Francisco Humberto Segovia Domínguez y Carlos Sánchez Durán, también agentes vestidos de civil, con sus AR-15.

Boss logró evadirlos y al pasar a un costado le impactaron el lado derecho de la Toyota, pero inmediatamente después los agentes de la CIA encontraron con la X-Terra amarilla en la que iban José Cruz Ortega Ortega, otro de los federales que merodeaban la zona con su vehículo particular.

Sánchez Durán, desde el Chevy, le marcó por radio a Héctor Francisco Martínez Leyva, quien iba en un vehículo Nissan por Tres Marías, con rumbo a Cuernavaca, junto con sus compañeros Rafael Rivera Córdova y Ángel Mauricio Sotelo Martínez.

Con la llanta ponchada del vehículo diplomático no le impidió continuar el trayecto e incluso hacer contacto con el Nissan, al que dañó la parte trasera, para luego seguir su camino hasta la gasolinera ubicada a la altura del kilómetro 47 de la carretera federal.

El vehículo diplomático sólo pudo llegar aproximadamente dos kilómetros y medio adelante de la estación de gasolina, sobre la carretera federal 150, con dirección a Cuernavaca. Las balas la inmovilizaron.

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