Crónica: El arranque titubeante de los 25 elegidos

En la tarima del gabinete de Enrique Peña Nieto lo que hay son 'colmillos'; los mexiquenses y los 'viejos lobos' priistas regresan al primer plano

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En el gabinete presidencial ya no están los jóvenes incondicionales de Calderón. (Notimex)
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Milenio / Víctor Hugo Michel
MÉXICO, D.F.- De los 25, casi todos entran al salón titubeantes, como sin saber bien a bien dónde deben estar parados. Miran cuidadosamente al suelo, a las pequeñas tarjetas que contienen sus nombres. Extrañamente, la configuración que les había sido asignada desde media hora antes es reacomodada de último minuto.

El cambio de baraja les destantea y probablemente es por eso que entran viendo al piso, lo que rompe un poco con la imagen de confianza a prueba de balas que seguramente se quería proyectar en éste, su primer momento juntos como equipo de trabajo, informa Milenio.

Son dos, tres minutos viéndose las puntas de los zapatos, chocando los hombros, regresando de un lado a otro, encimados porque van a la caza del lugar propicio. Instantes en los que Alfonso Navarrete Prida se revisa el nudo de la corbata, Juan José Guerra se alisa el saco y José Antonio Meade camina con sonrisa forzada. Los nervios del arranque, en tanto llega la inevitable transformación de saberse en el poder.

A ver. Usted, secretario de Economía, va aquí. La señora de Turismo, por favor pase para allá. El vocero que se quede cerca de la entrada. Desarrollo Social tome lugar al lado del ex presidente del PRI, que ya se va a Energía. Al de Medio Ambiente lo ponemos junto al de Hacienda, quien este jueves no luce muy contento porque de estar junto al trono, se ha ido a la periferia.

En el ala izquierda brilla el cráneo completamente rasurado de Manuel Mondragón, un ejemplo de transmutación total. Meses atrás candidato a integrarse al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ahora será el policía más poderoso de México. Digan lo que digan el Senado y para malestar de los radicales, el hombre que estará detrás de la incipiente Gendarmería Nacional.

En el otro extremo, la escena es un poco más desordenada. A Francisco Rojas lo ponemos en la derecha, lo mismo que a Emilio Lozoya, Erwin Lino y Jorge Carlos Ramírez Marín. Por alguna razón, el staff pre-presidencial olvidó poner sus tarjetas en el piso. Después de buscar, se van hasta el final de la sala, a robarle espacio a Francisco Guzmán, coordinador de Asesores de la Presidencia.

De mayor tamaño, se le meten y le envían de medio cuerpo a la retaguardia. Guzmán, el hombre que tendrá la llave en Los Pinos, sale retratado casi de lado en las fotos. Luce incómodo y apretado.

Caso contrario con los dos militares: encontraron sus lugares a las primeras de cambio. Mientras sus compañeros civiles dan la vuelta, el almirante Vidal Soberón y el general Salvador Cienfuegos esperan ya firmes, muy cerca del centro.

Minutos después, para cuando todos sus compañeros ya han hallado su lugar, ambos imponen respeto. Rosario Robles y Meade apenas rozan al almirante, cuyo rostro parece tallado en piedra. Al general secretario, que para nada sonríe, nadie se le acerca. Disfruta de 10 centímetros de distancia respecto a sus vecinos.

Cambios respecto al panismo

No estamos en el Auditorio Nacional ni con el gabinetazo producido por los headhunters del foxismo. Tampoco hay designaciones de desconocidos —los Germán Martínez, César Nava, Jordi Herrera y Juan Camilo Mouriño—, jovencitos cuya principal credencial era ser incondicionales del calderonismo.

En la tarima del gabinete de Enrique Peña Nieto lo que hay son colmillos, algunos largos y retorcidos. Los mexiquenses y los viejos lobos priistas son los que han regresado al primer plano.

Ahí está Emilio Chuayfett, que dio sus primeros pasos cuando Luis Echeverría reinaba. “Vine a ver un amigo”, dice, muy sonriente, minutos antes de subir a la que será su presentación como secretario de Educación, un paso que significa su rehabilitación política total. No hace mucho decía estar listo para el retiro. Hace unas semanas había comenzado a estudiar su doctorado en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, algo que hace suponer que no supo de su designación ni esperó ocupar espacio alguno hasta muy recientemente.

Hoy va como caballo de batalla frente a la maestra Elba Esther Gordillo.

Y allí están otros veteranos: Francisco Rojas, que se afilió al PRI en los 70 y Pedro Joaquín Coldwell, que ya gobernaba Quintana Roo cuando Enrique Peña Nieto tenía 13 años y apenas llegaba a la secundaria. No se le cobró la pifia de la Ibero, cuando una declaración suya dio nacimiento al movimiento más de 131, precursor del siempre incómodo #YoSoy132.

'Los políticos ganaron'

Aunque también revisa la ubicación de su tarjeta, uno sabe muy bien que va al centro, por encima de los demás, a un podio cuya presencia elimina muchas dudas. Es Miguel Osorio Chong, nuevo secretario de Gobernación y a quien ayer se le dio el derecho a ejercer el músculo por primera vez, una prerrogativa que deja en claro que el gabinete presidencial vuelve a obedecer a las reglas de un sistema Bucareli-céntrico.

“Quiero agradecer la honrosa distinción que se me ha concedido”, suelta el ex gobernador de Hidalgo, primer mexicano-asiático en ocupar la cartera de Gobernación en la historia de la dependencia. “Los políticos ganaron”, comenta un viejo fotógrafo que ha seguido al PRI por años.

Y sí. Osorio Chong ya se transformó. Subjefe de jefes. Number two. El brazo derecho. No solo lee los nombramientos. Cuando los fotógrafos piden al gabinete esperar y no retirarse porque quieren más fotos, es el secretario de Gobernación el que manda. Mira de izquierda a derecha. Con las manos les dice a sus compañeros de gabinete: se quedan.

Y sin chistar, ellas y ellos hacen caso.

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