Crónicas urbanas: La violencia en el robo de autos

El hurto de vehículos, no obstante su baja en comparación con años anteriores, continúa siendo el principal delito que se comete en el DF.

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Tres días después del atraco a María, hubo otro asalto similar en Coyoacán. (Moisés Butze/Milenio)
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Humberto Ríos Navarrete/Milenio
MÉXICO, D.F.- Las estadísticas indican que de enero a noviembre de este año hubo 17 mil 95 robos de vehículos, 500 unidades menos que en 2011, pero quizá este dato en nada consuele a María ni a Roberto, quienes fueron víctimas de ese ilícito por los mismos delincuentes en agosto y septiembre, meses en los que, sumados ambos casos, el número de averiguaciones ascendió a 3 mil 72, clasificadas en el rubro de “alto impacto social”.

Un día de agosto, a eso de 23:15 horas, María se detuvo en el cruce de Eje 10 y avenida Universidad, en espera de que cambiara de rojo a verde el semáforo. De pronto, dos individuos se le aproximaron. Uno de ellos, pistola escuadra en mano, le ordenó que abriera la puerta y que se pasara al asiento del copiloto. El otro cómplice, también armado, se metió rápido en la parte de atrás del que conducía.

El del volante aceleró durante unos minutos y ordenó a la mujer que se pasara al asiento trasero. “Pendeja”, le dijo, “date cuenta que te estoy secuestrando; lo que quiero es dinero, te vas a pasar a la parte de atrás como puedas y te vas a agachar”.

Circularon por diversos lugares, como la Plaza Loreto, e incluso se abastecieron de combustible en una gasolinera de la zona. En el trayecto le preguntaron a María por las pertenencias que traía. Ella abrió su bolso y les hizo ver que solo había 300 pesos en efectivo y una tarjeta de débito.

La mujer les explicó que la tarjeta no tenía fondos, porque cobraba cada quincena. Los delincuentes refunfuñaron y le preguntaron la dirección de su casa, el valor de ésta y el número de personas que vivían con ella. Ella les dijo que vivía sola en su casa de la colonia López Mateo. Y comenzó a ponerse nerviosa. Uno de los delincuentes le dijo que se tranquilizara.

Parecía que los delincuentes se habían puesto de acuerdo para hacer los papeles del bueno y el malo. Era extraña la conducta de ambos.

El mismo que la había ofendido, mientras tanto, le pidió que señalara la ruta para llegar a su casa, y enseguida cambió de tono: prometió que no le harían daño, pues él, la verdad, hacía “todo eso por necesidad, y porque tengo un hijo con cáncer y tengo que pagar la cuenta”.

Y llegaron al domicilio.

El del volante le apuntó con la pistola y pidió que lo llevara a las habitaciones de arriba. En eso estaban cuando se escuchó un ruido. El de la pistola la insultó: “¡Eres una mentirosa!”. Ella le dijo que era su abuela, una mujer inofensiva, le hizo ver, mientras señalaba la “andadera”. El delincuente la obligó a bajar al primer piso, donde estaba el cómplice.

La mujer les pidió permiso para entrar a la recámara y saludar a su abuela y cerrar la puerta, y después que se llevaran lo que quisieran.

Y recogieron televisores de plasma y otras pertenencias. Uno de los delincuentes abrió el refrigerador y pidió permiso para tomar una botella de agua. Ella le dijo que sí, pero que ya se fueran.

El de la pistola le exigió la factura del auto, pero su cómplice le dijo que mejor se salieran sin el vehículo, pues de lo contrario era más fácil que los apresara la policía y, agregó, la verdad es que “es muy feo estar adentro”, refiriéndose a la cárcel. El otro, sin embargo, no hizo caso y le recordó que cómo se llevarían lo que acababan de robar.

Y dicho y hecho.

***

Tres días después del atraco a María, hubo otro asalto similar entre el Eje Sur y Cerro del Agua, delegación Coyoacán, a eso de las 21:30 horas.

Roberto circulaba en su vehículo sobre esas arterias y tuvo que frenar debido a que la luz del semáforo cambio de verde a roja. Fue en ese momento cuando un individuo tocó la ventana con el cañón de una pistola y le hizo señas de abriera la puerta.

La víctima no tuvo otra alternativa que quitar el seguro y abrir la puerta. El delincuente le dijo:

—Arrímate al otro lado…

Y el delincuente se instaló tras el volante, mientras su cómplice subía en el asiento posterior, detrás de la víctima, quien escuchó:

—Venimos por ti, tú sabes lo que hiciste, no hagas estupideces o te mato…

Y comenzaron el periplo que incluyó una tienda Oxxo, dos cajeros automáticos, tres tiendas Sanborns y un Superama, ubicados en las plazas Perisur, Loreto y Cuicuilco, con la intención de sacar dinero de la tarjeta de crédito de la víctima, sin poder lograrlo, pues estaba bloqueada.

También intentaron comprar pantallas de televisión, pero las tiendas estaban cerradas. Y entonces enfilaron sobre la calle Filosofía y Letras y avenida Copilco, donde fueron detenidos por policías de la Secretaría de la Secretaría de Seguridad Pública del DF.

Los presuntos delincuentes eran Léster e Iván, de 22 años, quienes también habían asaltado a María, según el área de Control y Seguimiento de la Procuraduría General de Justicia del DF, que no solo concluyó que era el mismo modus operandi, sino que fueron reconocidos por otras víctimas.

***

En esa misma delegación, Coyoacán, pero el 4 de diciembre, Martha fue asaltada por El Güero.

Lo reconoció el día que la llamaron para que identificara las fotografías de un presunto que reunía las características por ella descritas.

La mujer estaba en la calle Gamma, esquina con la avenida Miguel Ángel de Quevedo, a punto de abordar su vehículo, cuando se acercó El Güero, quien la amenazó con una pistola escuadra.

Eran las 18:45.

El Güero le pidió las llaves y ordenó que subiera a su auto. La mujer obedeció y se quedó tras el volante. El delincuente la empujó hacia el lugar del copiloto, mientras él se colocaba en el lugar del conductor.

El delincuente aceleró con dirección a Copilco y le pidió que se tranquilizara. Más adelante le ordenó bajar .

En el asiento quedó su bolso, que contenía cerca de 20 mil pesos, así como dólares, tres teléfonos celulares, tarjetas de crédito y débito, tenencia del auto, comprobante de verificación, sus credenciales de elector, del trabajo y licencia de conducir, etcétera, y una maleta con diversos objetos personales.

La mujer quedó enferma.

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