'Mi hija falleció y la revivieron después de 12 minutos'

El padre de esta menor de cuatro años documentó los errores cometidos por dos médicos de Puebla, que en breve serán procesados.

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Ignacio Lima Chumacero, padre de la menor, ha luchado tres años para que se haga justicia por el daño que le provocaron a su hija Mariann. (Javier Ríos/Milenio)
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Alejandro Madrigal/Milenio
PUEBLA.- Mariann tiene cuatro años, pero desde hace tres vive en estado vegetativo. Su cuerpo no siente, no ve, no escucha y no tiene movimiento, debido a que presenta muerte cerebral, producto de una negligencia médica.

Fue operada cuando tenía ocho meses en el hospital de la Beneficencia Española de Puebla por una “malrotación del intestino” que le ocasionaba reflujo, pero ese procedimiento, un tanto común en bebés de esa edad, se complicó según los doctores Félix Urbina Hernández y Guillermo Victoria Morales, cuando un catéter que la alimentaba le perforó un pulmón.

Sin embargo, el padre de Mariann, Ignacio Lima Chumacero, demostró que fueron equivocados el diagnóstico y la intervención quirúrgica que dejaron a Mariann en estado vegetativo, porque el dictamen que le hicieron a su hija tres meses después, en un hospital de la Ciudad de México, arrojó que en realidad presenta una cuadriplejia espástica severa, provocada por una hipoxia cerebral, es decir, que su cerebro estuvo minutos sin oxígeno.

“El problema grave que tiene mi hija es porque ella falleció y la revivieron después de 12 minutos. Eso le generó la hipoxia cerebral y una cuadraplejia. Mi hija actualmente está desahuciada, no tiene ninguna posibilidad de recuperación: ella no ve, no escucha y come mediante un botón en el estómago”, relató Ignacio a Milenio.

El papá de Mariann demostró la negligencia y la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) la avaló, por lo que decidió denunciar a los doctores y al hospital en la averiguación previa 1642/2013/NTE/DMZS-V por lesiones y responsabilidad médica. Después de tres años de peregrinaje, marchas y pedir justicia, la Fiscalía General del Estado comprobó la negligencia médica y prepara el ejercicio de la acción penal contra los responsables.

“Se tardó el tiempo necesario para integrar los testimonios, periciales y balística de medicina forense, y con apoyo de la Conamed se finca responsabilidad a dos de los médicos por haber actuado con ‘mala praxis’, y ésta en la actualidad deja secuelas neurológicas permanentes a la menor y le genera lesiones que ponen en peligro su vida. Al día de hoy se está ejercitando acción penal en contra de dos de los médicos y si todo sale bien, estará ya la consignación respectiva del expediente de la averiguación previa ante el juzgado para que dé a conocer el asunto”, confirmó a Milenio Jaime Huerta Ramos, director de Agencias de Ministerio Público Metropolitana Sur de la Fiscalía de Puebla.

Se trata de un logro para Mariann y su familia, quienes no veían que la autoridad avanzara en el caso, primero porque el MP donde se denunció desapareció por el nuevo sistema de justicia penal y nunca fue remitido el expediente a uno nuevo. Segundo, porque el expediente se extravió, acción que llevo a la familia a ampararse; sin embargo, la autoridad insiste en que no se perdió, sino que se trató de tener el tiempo preciso para ejercer la acción.

Mariann estuvo tres meses en el hospital y los doctores les decían a los padres que su hija se recuperaría

“Fueron tres años de trabas, pero ahora es un llamado a la sociedad, es un llamado a México que no permitamos que suceda esto; nosotros queremos justicia para nuestra hija”, destacó el papá.

El caso de Mariann se hizo público porque se denunció en redes sociales en 2013 y se realizaron marchas en la capital poblana, donde decenas de personas salieron a las calles e incluso el caso llegó a tener más de 400 mil seguidores en Facebook, pero de un día a otro la página desapareció, fue borrada.

La historia de la niña inició el 18 de marzo de 2013, Mariann fue operada y horas después, ya en recuperación, su padre se percató de que estaba muy agitada; los doctores y enfermeras le dijeron que era normal para un bebé por el dolor que provocó la operación, pero después de eso todo se complicó.

En la madrugada, las enfermeras le informaron que Mariann estaba en terapia intensiva porque le habían puesto un catéter central para alimentarla: “Nunca nos informaron para autorizarlo y aún así lo hicieron”. Según los doctores, abundó, el catéter perforó un pulmón, “pero no nos enseñaron radiografías, porque no se las hicieron”.

Por esa razón, el padre de Mariann emprendió una lucha en la que comprobó que lo que dicen los doctores es un “invento” y “armaron una pantomima” y pese a que murió, hicieron lo posible para revivirla para de esta manera evitar la negligencia médica y no ir a la cárcel.

Ignacio logró demostrar que a la hora de la complicación de su hija no había un doctor intensivista en el hospital y en la denuncia consta que las enfermeras declararon al MP que estuvieron llamando a los médicos y después de horas contestaron. 

Mariann estuvo tres meses en el hospital y los doctores les decían a los padres que su hija se recuperaría y que no podían sacarla porque la niña tenía influenza. Pese a ello, el padre logró sacarla, pero ningún hospital en Puebla la quiso atender, por lo que la trasladaron el hospital Ángeles del Pedregal en la ciudad de México, donde les dieron el diagnóstico real: cuadriplejia espástica severa y que iba a estar en estado vegetativo.

Ignacio está seguro que su hija no murió por ese catéter que le perforó el pulmón ni por hipoxia, sino por un descuido de una enfermera sin preparación que le suministró anestesia en lugar de oxígeno; sin embargo, es hipótesis del papá —quien habla con conocimiento porque viene de familia de médicos—. La Conamed si dictaminó que hubo un mal procedimiento, que fue una negligencia médica y la responsabilidad recae en los doctores Félix Urbina Hernández y Guillermo Victoria Morales, quienes la operaron.

El 6 de julio Mariann cumplió cuatro años y pese a que su cuerpo   sigue en crecimiento, como el de cualquier niño —porque la corteza central está intacta, que es lo que la mantiene con vida—, sigue atrapada con la esperanza de que le hagan justicia y su caso no se repita. 

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