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Hachiko es fiel por la lealtad a su amo, un profesor al que esperó toda su vida. (Agencias/ Archivo)
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SIPSE.com
MÉRIDA, Yuc.- El 8 de marzo de cada año se conmemora al famoso can Hachiko en la plaza frente a la estación de trenes de Shibuya, ya que este día pero en 1935 el perro falleció luego de esperar el regreso de su amo por nueve años.

El sitio de10.com, de El Universal, compartió una nota publicada por SIPSE.com sobre esta mascota, la cual retoma que Hachiko nació en noviembre de 1923 en la localidad de Odate, provincia de Akita al norte de Japón.

A los dos meses de edad, Hachiko fue adoptado por el profesor del departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio, Dr. Eisaburo Ueno, quien lo llevó a su hogar (situado cerca de la estación Shibuya), y allí demostró ser un bondadoso y amable dueño. El perro por su parte lo adoraba. La idea original era que el can fuera regalado a la hija del docente, pero debido al matrimonio de esta, el animal se quedó al lado de Ueno.

Las mañanas ambos tenían su ritual, Hachiko acompañaba a su amo a la estación de trenes de Shibuya, donde lo observaba comprar su boleto y luego desaparecer entre la multitud. El can acostumbraba sentarse en la pequeña plaza y esperaba allí a su dueño hasta que regresaba por las tardes.

El profesor y su perro se volvieron populares en la estación Shibuya y la historia de la lealtad de este animal se diseminó por los alrededores con mucha facilidad. Las personas que transitaban por Shibuya siempre comentaban este hecho y pasaban a saludar a Hachiko, lo que hizo que apareciera en un diario local.

La vida parecía perfecta hasta que la tragedia irrumpió la tarde del 21 de mayo de 1925. La salud de profesor no era muy buena en esos días y repentinamente sufrió una ataque cardíaco en la universidad. Él falleció antes de poder regresar a casa. Pero sin saber nada, Hachiko, en Shibuya, seguía esperando a su dueño como siempre.

A la mañana siguiente Hachiko fue visto enfrente de la estación, esperando a su amo. Aguardó todo el día en vano. Al día siguiente estaba allí nuevamente y así sucedía día tras día. Los días se volvieron semanas, las semanas meses, los meses años y aún así, el perro iba cada mañana a la estación, espera el día entero y al llegar la hora de regreso de su amo, buscaba entre todos esos rostros extraños a aquel que amaba.

Y así lo hizo Hachiko por el resto de su vida.

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