No dividas, conserves o arrojes cenizas de difuntos: Iglesia

Presentan en Yucatán un documento del Vaticano sobre el correcto manejo de sepulturas; la cremación es aceptable, bajo ciertas medidas.

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Para la Iglesia Católica la cremación es aceptable, pero es preferible el entierro de las personas. (SIPSE)
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William Sierra/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- El Vaticano presentó ayer un documento acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación, que prohíbe algunas prácticas ampliamente difundidas en la actualidad entre los católicos, como conservarlas en el hogar, esparcirlas en el mar o usarlas para confeccionar recuerdos.

El Pbro. Jorge Martínez Ruz, a cargo de la Comisión Diocesana de Pastoral de la Comunicación, explicó que el objetivo de esta instrucción, elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe,  presidida por el Cardenal alemán Gerhard Müller, es que los restos de los difuntos se mantengan en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, de ser cremado, en criptas en una iglesia, a fin de garantizar un sitio donde se le pueda recordar, rezar, y no dentro del hogar, donde con el paso de las generaciones puede acabar en el olvido, e incluso arrojado.

En el documento se aclara que la cremación es lícita y las cenizas deben conservarse en un lugar sagrado. La Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma" ni tampoco niega "la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo”.

La Iglesia, precisa, sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana.

En ese sentido, abunda, las cenizas deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica.

La instrucción establece que las cenizas deben estar en un lugar sagrado, como el cementerio, no deben ser divididas entre los familiares y tampoco conservarlas en el hogar. De hecho, sólo se permitiría resguardarlas en casos graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local.

“De esta manera se evita la posibilidad del olvido,  malos tratos que puedan sobrevenir con las nuevas generaciones, pues quién garantiza que las conservarán, así como prácticas supersticiosas”, señaló el Pbro. Martínez Ruz.

El Papa Francisco también aprobó que para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación”.

La Congregación para la Doctrina de la Fe destaca que la cremación es ya una práctica común y al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia.

Lo más 'adecuado'

El Vaticano recuerda que la inhumación (entierro) es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y “enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia”.

La Iglesia advierte por tanto que no puede permitir actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte.

Particularidades

  • El documento del Vaticano sobre el manejo de las cenizas de difuntos y aprobado se titula Instrucción Ad resurgendum cum Christo y sustituye a otro de 1963
  • En 1963 la Santa Sede estableció que la Iglesia aconseja sepultar a los difuntos, y agrega que no se les negarán sacramentos y funerales a los que fueran cremados.
  • El Cardenal alemán Gerhard Müller al presentar el documento dijo que “los muertos, no son propiedad de los familiares, son hijos de Dios, forman parte de Dios, y esperan en un campo santo su resurrección.

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