Mandar y ver que se cumpla

Jefe que ordena algo y no confirma que se cumplió, no es digno del puesto.

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El título de esta columna es el de la primera sección de la revista La Gran Fuerza de México, que publica la Sedena y en la que da cuenta de las actividades oficiales del general secretario Salvador Cienfuegos. La frase forma parte de la doctrina castrense y establece que los mandos deben supervisar que las órdenes se cumplan “con exactitud e inteligencia, sin demora ni murmuraciones”, como reza el Reglamento General de Deberes Militares.

El mundo empresarial tiene su dicho que complementa el anterior: “Orden dada, no supervisada, mejor no dada”: Por ejemplo, no basta con establecer planes de acción para el combate a la delincuencia, también hay que darle seguimiento para saber si están funcionando y corregir o reforzar lo que se deba. Hoy día, parece que no se está aplicando en el país.

En las fuerzas armadas, hay mandos que supervisan al detalle las órdenes escritas, pero no físicamente; o quienes ordenan algo verbalmente y no las confirman por escrito, lo que evita darles seguimiento. En ambos casos no se cumple la máxima de verificar el exacto cumplimiento de las órdenes.

En el plano local, Escudo Yucatán, un programa presentado hace un año para garantizar la seguridad a largo plazo en la entidad, está dando resultados, pues se ha capturado a delincuentes en breve tiempo y/o se ha evitado la comisión de delitos gracias a denuncias ciudadanas. Y lo más importante es que la gente ha entendido que fortalecer el tejido social requiere de la participación de todos.

En Quintana Roo, la llegada del teniente coronel en retiro Julián Leyzaola como asesor operativo de Seguridad en Cancún ha despertado polémica por sus antecedentes en Tijuana y Ciudad Juárez; sin embargo, hay que darle el beneficio de la duda, y la autoridad municipal debe verificar que cumpla con la encomienda.

Como el “Mensaje a García” (otro documento didáctico del que ya hemos hablado), “mandar y ver que se cumpla” es también una premisa para cualquier actividad laboral, pues jefe que ordena algo y no confirma que se cumplió, no es digno del puesto.

Anexo “1”

El Secretario supervisor

Casi a finales de su sexenio, el almirante José Ramón Lorenzo Franco solía recorrer los edificios del complejo de la Secretaría de Marina, en la Ciudad de México, acompañado de su jefe de ayudantes y del jefe de Instalaciones. Verificaba el estado de la pintura, cestos de basura, garrafones de agua, vidrios de ventanas, etc., mientras sus acompañantes tomaban nota de lo que había que ordenar para subsanar las observaciones. Me preguntaba entonces si esto era importante para un Secretario de Marina que debe tener una agenda llena de actividades más importantes que revisar la limpieza del inmueble. Me respondo ahora que sí, porque refleja que si alguien da importancia a hechos que parecen insignificantes, en otros de mayor trascendencia tendrá éxito. Por algo comandó a la Marina.

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