Principio de autoridad

La "autoridad mediática” ha logrado cambiar totalmente la vida y la costumbre de las personas.

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La falta de sentido en la vida de muchos jóvenes, los induce a no querer entrar en la vida adulta.-Anónimo

Actualmente muchos jóvenes viven el presente como niños, poco proyectados hacia el futuro, no le ven atractivos especiales; no encuentran adultos que les abran caminos a una esperanza que valga la pena conquistar. Es evidente la pérdida de tantos valores “tradicionales”, que de antes eran un patrimonio de todos, como: el “valor” del respeto que expresa la parte ética en la convivencia.

A partir de los años ochenta, se ha constituido una nueva autoridad, inadvertida, pero imperativa; ésta es “la autoridad mediática”, que ha logrado cambiar totalmente la vida y la costumbre de las personas y que trae enormes consecuencias en jóvenes y adultos como el desgaste de “certezas” existenciales, por el desmoronamiento de puntos de referencia ciertos, además del espacio inevitable entre generaciones.

De una y otra parte, hay una mayor fragilidad en las convicciones, cada vez más débiles. Ya los adultos dejaron de ser los guías creíbles y “seguros” que fueron. Hay que hacer un examen interior sobre nuestras convicciones más profundas que se transparentan en el comportamiento, en la capacidad para relacionarse, para comunicar, para salir de uno mismo y comprender al otro.
No basta ser preparados, generosos y llevar en la familia relaciones serenas; podemos desarrollar cualidades, capacidades y actitudes positivas que nos lleven a ser “aceptados” afectivamente y faro para los más jóvenes. Es posible si ven en nosotros, a pesar de nuestros inevitables defectos, suficientes puntos de referencia.

URGE analizar lo que debe ser cambiado en sí mismo y en la relación con los jóvenes para ayudar a la siguiente generación a que se abra al futuro con esperanza. A veces nuestra soberbia nos impide ver nuestros errores relacionales; con humildad analizar nuestra propia historia de crecimiento, relación de pareja, actitudes educativas, nuestras interrelaciones, capacidad de diálogo y de amar.

Hacer sentir el amor y también recibirlo con beneplácito y agradecimiento. Sólo entonces la autoridad moral tendrá de nuevo un lugar, a pesar de la brecha generacional.

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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