Mucho se habla del esplendor que vive el cine mexicano con representantes en el extranjero como Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubezki y por supuesto Alejando González Iñárritu. La incursión de estos nombres en el cine de Hollywood, y el peso de las poderosas productoras gringas, ha catapultado el talento mexicano a la fama internacional, aunque para esto todos tuvieron que dejar su país y pedir oportunidades en otros idiomas. Ellos ya están más que aferrados a la poderosa industria hollywoodense, y para los cinéfilos mexicanos son casi “dioses”, la nueva “generación dorada” del cine nacional.

Sin embargo no son los únicos. Detrás de ellos viene una generación de cineastas que a través de la colaboración y muchas veces financiados por el gobierno mexicano, han conseguido colocar los nombres de sus películas en importantes festivales alrededor del mundo. Hablo de cineastas jóvenes como Alonso Ruizpalacios, Diego Quemada-Diez, Amat Escalante, Gabriel Ripstein y el recién galardonado Michel Franco.

Michel se llevó durante el fin de semana el Premio del Jurado, en la sección oficial Una Cierta Mirada del Festival de Cannes, por su nueva película Las Hijas de Abril. Anteriormente este director y productor salido de la Universidad Iberoamericana había sido premiado en Cannes por sus películas Después de Lucía y Chronic: El último paciente.

Hace unos días Franco fue cuestionado en el noticiero de Carlos Loret sobre si piensa mudarse a Los Ángeles para, al igual que la “generación dorada”, codearse con “lo mejor” del cine mundial y trabajar para la industria estadounidense. El cineasta dijo: “Para mí es muy importante hacer películas en mi país, además me siento bien acompañado en México, hay mucha solidaridad de parte de mis colegas, del público”.

En este país existe gente muy talentosa, capaz de entender y crear arte; sin embargo, a veces hace falta colaboración. Las Hijas de Abril llega a los cines del país el 30 de junio.