Irritante pasaje sabatino

Escuelas, seno familiar y múltiples factores poco ayudan actualmente para fomentar valores.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Era de noche aquel sábado, cuando nos dispusimos mi esposa y yo a acudir a un negocio para cenar. Durante la espera, me percaté de una mesa con tres jóvenes, quienes ingerían bebidas alcohólicas, llamándome la atención su lenguaje “cacofónico e impropio”, en un lugar público donde había parejas que nomás buscábamos saciar nuestro apetito y pasar un rato agradable. En dicho sitio, había solamente una joven que se multiplicaba con el afán de servir a los comensales, sorteando con actitud y energía la demanda que la superaba.

Regresando a nuestros personajes, a los pocos minutos uno de los tres sujetos pidió la cuenta. Todo transcurría sin contratiempos, hasta que los “hijos de papi” rodearon a la fémina y empezaron al unísono a emitir comentarios poco prudentes que buscaban confundirla, e inclusive la hicieron realizar varias veces el conteo de lo consumido.

No faltaron sus risas burlonas, posturas de perdonavidas, y actitudes, que, puedo jurar, muestran sus orígenes foráneos. ¡Podrán imaginar mi impotencia para intervenir y dilucidar el “supuesto error “ matemático! Finalmente pagaron y se fueron.

Cuántas reflexiones nos deja esta experiencia. Más allá de tanto insistir en equidad, igualdad, respeto y pomposas promesas mediáticas, concluimos que es imposible vigilar que cada ciudadano se ciña a lo pregonado. Esto es cuestión de educación, principios y valores, que, por lo que puedo percibir en mi cotidiano accionar, son para muchos sólo letras románticas o sin sentido. Escuelas, seno familiar y múltiples factores poco ayudan actualmente para fomentar lo que debería ser “un estilo y modelo de vida”.

La juventud no justifica comportamientos deleznables, que no son privativos de nivel social alguno, pero, en este caso particular, correspondían a estatus socioeconómico alto. Les recuerdo que el vasallaje -cuando menos en Yucatán- no tiene cabida y denigra al ser humano íntegro. Más de alguno expresara su inconformidad con mi comentario, que en conclusión sólo destaca que la falta de convivencia, vigilancia y tiempo con calidad han favorecido a que nuestros mozalbetes olviden que todos somos iguales y que algunas “travesuras” denigran su integridad y personalidad.

Deseo que algún día realmente logremos vivir en un mundo con valores renovados y entiendan que el comportamiento y primera impresión que des a los demás matizarán la percepción de tu persona a donde fueres.

Lo más leído

skeleton





skeleton