Diálogo que dignifica

Creer que por tener la autoridad se puede ejercer el poder violento y manipulador sobre nuestros hijos o empleados es sin duda una percepción arcaica

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Ha sido constante el debate sobre los efectos dañinos que los cambios en estilos de vida producen. Evidencias encontramos a nivel orgánico, mental y emocional. Sobre las formas de ejercerla, podemos destacar las de tipo intrafamiliar, género, sexual, psicológica, verbal, emocional y laboral. Entre sus expresiones tenemos distimia, depresión, pérdida de autoestima y suicidios.

El manotazo, grito, acoso psicológico y amenazas son herramientas que en el pasado funcionaron como medidas coercitivas, con el afán de obtener resultados específicos. Creer que por tener la autoridad se puede ejercer el poder violento y manipulador sobre nuestros hijos o empleados es sin duda una percepción arcaica que dista mucho de la educación y administración del siglo XXI.

La evolución de la conciencia se manifiesta en el valor creciente que atribuimos al ser humano como individualidad y en el interés cada vez mayor que sentimos por nuestro potencial. Hemos visto desintegrarse las viejas estructuras de poder y las antiguas creencias a la luz del mayor conocimiento. Colectivamente ya no consentimos la esclavitud, el trabajo infantil, el abuso contra los niños o la agresión física. Estamos cruzando el umbral desde un “poder sobre” (dominación) a un “poder personal” (reciprocidad y creación cooperativa).

El progreso en este renglón parece pequeño en comparación con los problemas que actualmente existen. Somos conscientes de los sistemas políticos y económicos represivos que se mantienen por la fuerza física, en cambio somos menos conscientes de la represión psicológica que se ejerce mediante la manipulación verbal y la coacción.

Eso nos lleva a preguntarnos por qué un individuo adulto se comporta y actúa en determinada forma. A la luz del análisis tenemos desintegración familiar, falta de cariño y patrones adquiridos; también excesivo “mimo”, inadecuada comunicación de padres e hijos y el habernos transformado en cumplidores de caprichos económicos.

Otra realidad es la paulatina reducción del ser humano de creatura excelsa, por el hecho de poseer individualidad, integridad y esencia, a mercancía dicotómica: buena o mala, cara o barata (rico o pobre), patrón-empleado, profesionista o analfabeta y así sucesivamente.

Estamos formando a través de los hechos a esa generación que dentro de poco ocupará nuestro lugar, y no sabremos el daño que les hemos causado hasta que sus obras y acciones hablen por ellos.

Lo más leído

skeleton





skeleton