El jaguar, mito y símbolo del poder (y 2)

En la cultura olmeca, el jaguar era el nahual o "alter ego" por excelencia-

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En la cosmovisión de los olmecas, el jaguar formaba parte del mito de su origen. El simbolismo del niño jaguar, resultado de la unión entre el felino y una mujer, obsesionó tanto a los artistas olmecas, que se convirtió en el elemento cultural más importante. Así lo consigna Yolotl González Torres, quien agrega que, en la cultura olmeca, el jaguar era el nahual o alter ego por excelencia, sobre todo de los hombres vinculados al poder como los sacerdotes y los reyes.

En los rituales se llegaba a un estado alterado de conciencia y se creaba el lazo místico entre el ser humano y el jaguar. Esto otorgaba al hombre, la capacidad para cruzar el límite entre el ámbito humano y animal accediendo con ello al poder total. Esta idea, generada por Michael D. Coe, está basada en dos pinturas encontradas en las grutas de Juxtlahuaca y de Oxtotitlan, ambas en el estado de Guerrero. En la pictografía de Juxtlahuaca se ve a un hombre vestido como guerrero y custodiado por un jaguar. En la de Oxtotitlan el elemento felino es interpretado como la deidad del linaje y de la ascendencia real.

Las interpretaciones de Coe conducen a la misma conclusión: el vínculo de las dinastías olmecas con el jaguar, como progenitor mítico, justifica el derecho a gobernar. La creencia de que el felino es nahual de gobernantes confería a ellos sus poderes sobrehumanos.

La función y significado del símbolo del jaguar habrían variado de una cultura a otra; de un tiempo a otro. Así se entiende cómo fue que el concepto del hombre jaguar, motivo primigenio del mito olmeca, se transformara en un símbolo de guerra para otros pueblos. El peligroso hábito nocturno de cacería del jaguar se incorporó en algún momento y en alguna variación del mito. Así es como en la época tolteca el felino se convirtió en un símbolo de la noche.

Al respecto, Eric Thompson consideró que el jaguar fue simbolizado por muchos pueblos mesoamericanos como el sol nocturno, el cual hace un viaje por el inframundo cada noche. Las pictografías encontradas en las cuevas de Juxtlahuaca y de Oxtotitlan parecen darle la razón.

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