El túnel de San Cristóbal de las Casas

Se dice que guarda tesoros de gran valor: joyas que adornaban las imágenes religiosas.

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Existe en esta bella ciudad chiapaneca, según Sonia Chávez Nolasco, un relato acerca de un túnel subterráneo y que es motivo de controversia entre los habitantes locales cuando se toca el tema, ya que unos dicen que es pura fantasía y para otros sí es real.

Se dice que el túnel tiene varias entradas. Una de ellas se ubica en el ex Convento de Santo Domingo, al norte de la ciudad, y de allí continúa hacia la zona del centro, pasa por debajo del Templo de San Francisco y termina en el ex Convento de las Madres Violentas, en el conjunto arquitectónico del Carmen. El conducto, según la tradición oral, tiene además otras ramificaciones hacia varios lados de la ciudad.

A la probable existencia del túnel se agrega que, en su interior, hay tesoros escondidos de gran valor constituidos por las joyas que adornaban las imágenes religiosas. La razón de esconder tales joyas fueron los temores ante las guerras de Reforma y de la Revolución Mexicana.

Como prueba, se cuenta una anécdota que ocurrió en 1911, durante el conflicto entre San Cristóbal y Tuxtla Gutiérrez. Unos soldados se escondieron en un pozo que está cerca del ex Convento de Santo Domingo y que tiene unos ocho metros de profundidad. Se dice que ellos dieron con un conducto desconocido en el que estaban depositadas las valiosas joyas. Ya fuera del pozo, nadie volvió a saber de estos militares.

El relato menciona que otras personas han ingresado y muerto en estos conductos. Por esta causa, hay muchas ánimas en pena que espantan a los que se atrevan a entrar. Otros lugareños dicen que existe un plano del subterráneo que fue hallado en el archivo histórico diocesano.

La autora afirma que, en 1974, personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia fue a la entrada del pozo citado con el objetivo de llegar al túnel; incluso hizo una excavación. Se piensa que sí logró llegar a su objetivo.

Sin informar nada a la gente del lugar, se marcharon. Cuentan que estas personas murieron de una extraña enfermedad, días después de que llegaron a la Ciudad de México. Fue el “mal de espanto”, aseguran muchos chiapanecos.

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