Son chingaderas: fragilidad financiera (2)

Debemos solicitar a las autoridades educativas que incluyan en los planes de estudio finanzas personales.

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Podría comenzar abrumándolos con cifras, pero a pocos les interesarán y a casi nadie sensibilizarán; así que mejor voy a contar lo que vi (y viví) en un banco.

Normalmente, apegado a mi fecha límite, voy a pagar mi tarjeta de crédito los primeros días de cada mes, pero en esa ocasión, al tener un dinero extra, quise adelantar; así pues, a fin de realizar la operación de manera expedita salí temprano para llegar a la sucursal antes de que abriera; para mi sorpresa, cuando arribé una enorme fila estaba esperando la apertura. Mientras me acercaba, me di cuenta de que la mayoría de quienes la formaban eran jubilados. Hombres y mujeres de la tercera edad; algunos achacosos, otros conservados, dos o tres, sentados en sillas portátiles; pero todos expectantes, ansiosos por obtener esa migaja mensual llamada pensión.

Me coloqué en el extremo de la fila a esperar la apertura. Mientras, pude escuchar la conversación de un anciano con una señora que estaba sentada delante de él. Ella era canosa, un poco excedida de peso y llevaba su silla portátil a todos lados porque, a causa de un dolor en sus rodillas, no podía permanecer de pie mucho tiempo. También me enteré de que vivía con su hija, quien la había dejado para que hiciera cola mientras llevaba a los niños a la escuela, y que volvía por ella en una hora. No pude evitar preguntarme: ¿Cuántos millones de mexicanos, al arranque de cada mes, tienen que hacer este viacrucis? ¿Cuántas historias como la de la señora? Son chingaderas que millones de mexicanos que trabajaron toda una vida al final del camino sólo obtengan una magra pensión que, además, se les entrega como si les estuvieran haciendo un favor.

¿Cuántos más contarán una historia similar? Me temo que millones. No voy a dar estadísticas, pero sí comentar que, para quienes las hemos visto, pintan un escenario aterrador. Para 2021 -menos de cinco años- en Yucatán, aquellos que tienen menos de 30 años dejarán de ser mayoría. México está en un proceso de transición demográfica, que aunado al analfabetismo financiero: que implica nulo ahorro, mucha deuda, poca planeación (a nivel gobierno e individual), arrojará como saldo que la mayoría tengamos una vejez muy dura.

¿Qué hacer? Para los que ya estamos a la vuelta de la esquina de la jubilación son pocas las opciones, pero para los jóvenes de hoy –que aún son una amplia base poblacional- dejar de ser analfabetas financieros es imperativo. Debemos solicitar a las autoridades educativas que incluyan en los planes de estudio finanzas personales. Robustecer la cultura financiera puede ser una forma para mejorar la vida de millones de futuros retirados.

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