Aquarius

¿Por qué el segundo filme dirigido por Kleber Mendonça Filho ha cautivado a las audiencias?

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Entre las películas más comentadas y nominadas en 2016 se encuentra una joya que apenas se ha estrenado en nuestro país. Se trata de Aquarius, que en México puede encontrarse bajo el nombre de Doña Clara. Sin importar la traducción, el segundo filme dirigido por Kleber Mendonça Filho ha cautivado a las audiencias por dos motivos: la fuerza de la interpretación de la diva del cine brasileño Sonia Braga, y el poderoso mensaje de resistencia y supervivencia que es el motor principal tras las acciones que acontecen en la gran pantalla.

La trama gira en torno a Clara, periodista y ex crítica de música de 65 años, una viuda que vive retirada en el edificio Aquarius, construido en la década de 1940 sobre la chic Avenida Boa Viagem, justo en la costa brasileira. Pero la inmobiliaria dueña del edificio poco a poco ha comprado todos los apartamentos, causando que todos los inquilinos se vayan, menos Doña Clara, que se niega a vender el suyo y emprende una batalla moral y legal en contra de la empresa que se vale de dudosas artimañas para expulsarla. Sin embargo, su lucha tiene un costo, ya que tanto amigos como familiares se ven afectados por la situación.

La estructura del filme se divide en tres partes: El cabello de Clara, El amor de Clara y El cáncer de Clara. Comenzando en los años ochenta, este primer segmento parece decirnos que sin el pasado no se puede entender el presente, que es nuestro futuro. Y así, la afinidad emocional por ciertos seres queridos explica el porqué muchas veces nos encariñamos con sitios u objetos inanimados con los cuales de alguna manera reemplazamos y recordamos a aquellos que ya no se encuentran con nosotros.

La aproximación argumental al tema es de corte naturalista y el realismo de las situaciones provoca que nos encariñemos con la protagonista, una mujer firme y orgullosa que vive una vida idílica y plena. Aquí la actuación de Sonia Braga como una superviviente del cáncer de seno es soberbia. Su vitalismo es latente, lo cual se ve magnificado por los paradisíacos paisajes de las playas brasileñas y la suntuosa colección de viniles que Doña Clara alberga en su pequeño departamento. Hay que verla, aunque sea por el mero gozo de vivir por un par de horas en compañía de Doña Clara y la magnífica vista que se aprecia desde el Aquarius.

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