Los escritores que también han sido maestros

Varios destacados escritores igualmente dedicaron su tiempo e ideas a la labor docente.

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En otros tiempos seguro fue redundante decir “maestros lectores” porque no había profesor que no lo fuera, pero hoy día la realidad es otra, pues, según la Encuesta Nacional de Educación Básica, realizada en 2013 por el Instituto de Fomento e Investigación Educativa (IFIE), “los maestros mexicanos de enseñanza primaria y secundaria leen menos que la media nacional”, lo cual es grave si pensamos que son los maestros los principales agentes encargados de fomentar la lectura y la escritura en niños y jóvenes.

La carencia de este hábito se debe claramente a la falta de la propia motivación del docente por leer; cierto es que vivimos en un mundo donde nos rebasan la tecnología, las distracciones y el tiempo se evapora con mayor rapidez, las obligaciones y responsabilidades laborales aunadas a las familiares se multiplican dejándonos poco tiempo para distracciones, y lo poco que nos queda preferimos dedicarlo a otro tipo de diversión o esparcimiento.

La lectura no es vista como un disfrute, un goce, un pasatiempo, sino como una tarea u obligación, pero, si queremos alumnos lectores, primero tengamos maestros que leen, y a éstos también hay que motivarlos y a cada uno le llegará su tiempo y su libro adecuado.

Buenos ejemplos pueden ser, el caso de escritores que se dedicaron a la labor docente, la chilena Gabriela Mistral, invitada por José Vasconcelos a México y con quien comparte la utopía del progreso de Latinoamérica a través de la alfabetización.

También Rubén Bonifaz Nuño, Antonio Machado, Ignacio Manuel Altamirano, Rita Cetina y Gertrudis Tenorio Zavala destacan en esta noble profesión; y en el ámbito internacional están la mismísima J.K Rowling, autora de “Harry Potter” que encantó a sus alumnos de idiomas con su magia al enseñar, y Stephen King, quien habrá aterrorizado a varios de sus pupilos con sus historias.

Pero cabe destacar la faceta poco conocida de Julio Cortázar, quien fue maestro normalista e impartió clases de Literatura en escuelas normales y universidades argentinas; su ferviente labor magisterial la plasma en un discurso de 1939 titulado “Esencia y misión del maestro”, donde habla, como sólo él sabe hacerlo, de la gran responsabilidad del educador y dice: “Porque en el fondo de todo verdadero maestro existe un santo, y los santos son aquellos hombres que van dejando todo lo perecedero a lo largo del camino, y mantienen la mirada fija en un horizonte que conquistar con el trabajo, con el sacrificio o con la muerte”.

Los profesores deben ser siempre el faro en las noches más oscuras para alumbrar las almas, y qué mejor forma de hacerlo que con los libros.

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