Crónica "non sancta"

El Transcriptor rinde parte del viaje emprendido a Medio Oriente y El Vaticano.

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El Transcriptor, con su taza de café espresso doble, rinde parte a la columna Viernes Cultural del viaje emprendido a Medio Oriente y El Vaticano.

Está cansado, agotado, casi consumido, porque tenía que ocultarse del servicio secreto, para observar y poder escribir su crónica para Milenio Novedades.

Revela sus peripecias, primero se colocó una burka, que le restaba visibilidad, y luego una sotana, con birreta y anillo ad hoc. No veía y con trabajo caminaba, pero logró su propósito, estuvo presente con el rey y con el sucesor de Pedro.

 Y sin ser cronista, como los bromistas meridanos, finalmente redactó la crónica que explica las confusiones existentes en el principal huésped de la inconfundible casa de la Avenida Pensilvania.

Cuando en El Vaticano, el anfitrión le preguntó a la bella dama sobre las comidas caseras que le ofrece a su poderoso esposo, cuestionó ¿come dulce esloveno? ¿Putizza?

El interfecto oyó mal y casi gritó:

¡Cuidadito! A mí nadie me toca, miren a Comey, me lo ¡comí!, y a los huiros, digo sirios, les envié como aperitivo unos cuantos tomahawk.

¿Putizza? ¿Putizza? Es la que le preparo dulcemente a las huestes de Rouhaní…

De nada… Saludos…

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