El Ilustrador: Corruptos y visionarios en el Centro Histórico

El mercado de San Benito está sub utilizado por una sencilla razón: no es práctico. Fue una pésima decisión construirlo allá pues agrede el paisaje urbano.

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El mercado de San Benito un desperdicio en diseño, espacios y dinero. (Juan Albornoz/SIPSE)
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Sergio Grosjean/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- El Centro Histórico de Mérida está en decadencia desde hace décadas, situación que se refleja en los abandonados edificios que en el pasado hermoseaban sus bellas calles, y hoy, convertidos en grotescos bloques de concreto aderezados con cortinas metálicas, aunque ahora, espléndidamente observamos el rescate de admirables casonas.

Hace poco fuimos testigos como un morrocotudo recurso que debió utilizarse para regresarle su majestuosidad, se aplicó para lo contrario o para dejarlo igual, y ejemplo de ello lo vemos materializado en la plaza grande, a la que le quitaron cemento para ponerle otro mazacote de argamasa.

Al llamado parque Hidalgo y al de la Madre le quitaron su centenario adoquín para incrustarle materiales modernos -según la ex alcaldesa-, que no fue más que otra plasta de cemento ornamentado con espantoso adocreto.

Obviamente, le podemos añadir al pésimo gusto la estrepitosa calidad de sus materiales, y testigo de ello es la calle 59, arteria que ni siquiera está lista y ya tiene desperfectos. Otro ejemplo son las tapas metálicas arqueadas en varias calles.

También, hemos dicho que las nuevas y resbaladizas escarpas siguen cobrando tributo y urge martelinarlas. Pero ahora, muchos esperamos que Renán Barrera entre en acción, pues quisiéramos una ciudad donde al menos observemos el reflejo de las inversiones.

Hay asuntos pendientes, y no voy a considerar en esta ocasión la basura y luminarias que a muchos nos tiene mareados y molestos por las desfachateces, esperando que no queden impunes los mentecatos; me refiero al espeluznante mercado de San Benito.

Originalmente, en el sitio hubo una edificación maya, y llegados los españoles, sobre ella cimentaron varias construcciones tal y como un bello templo y el convento principal. Años más tarde, se construyó una muralla con 5 baluartes que circunvalaba el espacio.

Llegado el año de 1821, las autoridades civiles obligaron a los franciscanos a abandonar el convento para convertirlo en cuartel, luego sala de armas, almacén de pólvora y finalmente cárcel pública, que estuvo en funciones hasta el ocaso del siglo XIX.

Adefesio

A partir de entonces, la edificación experimentaría diversas transformaciones hasta que finalmente fue demolida, y se instauró en el sitio un enorme adefesio llamado “Mercado San Benito”.

No entendemos cómo fue posible que el INAH autorice semejante atrocidad.

Es increíble que los arquitectos de esa dependencia a su antojo y humor califiquen importantes obras, y si un “mortal” osa picar la pared de su baño para arreglar una fuga del bacín, en menos de lo que canta un gallo el corrupto inspector de esa dependencia instala sellos de clausura hasta en los pájaros del árbol del vecino.

Hace días, tuvimos la oportunidad de testificar el abandono del mercado, hay cientos de locales vacios, y según testimonios, algunos se utilizan como bodegas y “cuartos del amor”.

Sabemos que el 8 de octubre, Renán Barrera se reunió con el Patronato del Centro Histórico y hablaron de la remodelación de los mercados centrales, y qué bueno, pero quiero recordarles las palabras del buen amigo René: “cuando los teóricos se juntan, muchas cabezas dicen no; y cuando los prácticos se juntan, muchas cabezas dicen sí”.

Esperemos que haya balance. El mercado de San Benito está sub utilizado por una sencilla razón: no es práctico. Fue una pésima decisión construirlo allá pues agrede el paisaje urbano, es decir, es aterradoramente espantoso, y es un elefante blanco desde sus inicios. Pero ni modos, allá está y hay que aprovecharlo.

Luego de recorrerlo detenidamente y entrevistar a decenas de personas, el buen amigo Jorge Seijo hizo un excelente planteamiento; propone como parte de la solución instalarle escaleras eléctricas para que la gente pueda acceder cómodamente a los pisos superiores.

Se lo paso al costo al estimado alcalde, pues muchos creemos que el mercado podría ser productivo, y ojalá lo tenga como uno de sus proyectos.

Saludos

Ya para concluir, quiero decirle a los vigilantes del mercado que vagan disfrazados de civil, que deberían ser un poco más educados con los visitantes, y explicar porqué no se permite tomar fotos, así también felicitar a los oficiales de policía por su amabilidad y profesionalismo.

También, le enviamos saludos a los cantineros Javier Martínez y Nicolás Contreras; excelentes anfitriones de las cantinas más pequeñas de Mérida, ubicadas a las puertas del mercado, llamadas “La costa” y “El paisa”, y por cierto, este mes publicaremos el libro: “Anécdotas de las cantinas de Mérida”, obviamente si nos pagan lo que nos deben, o algún visionario nos apoya con la edición a cambio de una suculenta publicidad dentro de la obra.

Finalmente, le enviamos un fuerte abrazo Luis Armando Loría, nuevo Campeón panamericano de gimnasia de trampolín y orgullo de Yucatán.

Escríbame a [email protected]

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