El hospital O´Horán (19)

Hubo una visión humanista en aquel entonces al crear ese moderno y resplandeciente hospital.

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Así lucía la fachada, entonces moderna, del Hospital O’Horán entre 1906 y 1907. Todavía se puede observar algo de su antiguo esplendor en la avenida Itzaes, enfrente de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán. (Sergio Grosjean/SIPSE)
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Sergio Grosjean/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Continuando con nuestra serie “Mérida, pasado y presente”, El 6 de febrero de 1906, durante las fastuosas fiestas en honor a la visita del presidente Porfirio Díaz, se inauguró el hospital O´Horán, creado exprofeso para esa función a diferencia del anterior hospital público de Mérida. 

Como antecedente, es interesante señalar que el templo colonial de La Mejorada, concluido en 1640, así como el monasterio franciscano, edificado a un costado de éste entre 1688 y 1694, fue habilitado como clínica por muchos años, ya que al consolidarse la Independencia, los frailes que allá habitaban fueron expulsados, repercutiendo con ello en el edificio ya que quedó en total abandono.

Curiosamente, en ese tiempo de soledad, el escritor y jurista, Justo Sierra O´Reilly,  escogió el silencio de sus paredes para escribir el primer Código Civil de la República. 

En 1861 fue trasladado el hospital San Juan de Dios (ubicado en la calle 61 con 58 y 60) a este deshabitado monasterio donde tomó el nombre de Hospital General para luego trasladarse a su nueva y actual sede ya con el nombre de Hospital O’Horán. Interesante citar que los pacientes fueron trasladados en tren desde este abandonado convento convertido en nosocomio al moderno sanatorio.

Gobernador que donó su sueldo 

Esta clínica fue uno de los edificios más importantes que inauguró el presidente Díaz durante su visita a Yucatán, y el nombre que se le impuso fue en memoria del ilustre médico  Agustín O´Horán.

Su construcción se dividió en dos departamentos: el norte del edificio fue destinado a mujeres y el sur para varones. En el interior del edificio también se ubicaron, además de los pabellones, los departamentos de administración con las oficinas de consulta externa, farmacia y habitaciones de la administración. Se incluyó una vía férrea en el interior del hospital para comunicar entre sí los departamentos. Las galerías donde cruzaba la vía estaban cubiertas por cristales casi en su totalidad. El costo de la obra fue de un millón 400 mil pesos. 

El Gobernador cedió su sueldo por el espacio de 4 años; Agustín Vales dio 23 mil pesos, un grupo de comerciantes, 40 mil y en total 400 mil, complementándose el importe de la obra con fondos del gobierno. El autor del proyecto fue el ingeniero Salvador Echegarray. Su capacidad era para 400 pacientes. Los trabajos se iniciaron tres meses después que tomó posesión como gobernador Olegario Molina, en el mes de abril de 1900, y con respecto al arsenal quirúrgico, el Dr. Luis F. Urcelay (quien por cierto fue el responsable de vigilar la obra) viajó a Alemania para adquirirlo. Se pavimentó de asfalto y parte de concreto las calles y avenidas circundantes cubriendo un total de 400 mil metros cuadrados.

Interesante mencionar que este proyecto no fue planificado por el entonces gobernador, ya que el 7 de marzo de 1899, siendo el gobernante Francisco Cantón, se estableció un  decreto en el que externaba la creación de una Ley Orgánica para el hospital O´Horán en el que especificaba que era un establecimiento de beneficencia pública para enfermos pobres y de ambos sexos, así como para los que querían ser atendidos en el mismo sitio mediante pensión. La administración y vigilancia del establecimiento estuvo a cargo de una junta especial de ciudadanos no menores de 30 años que se denominó “Junta directiva del Hospital O´Horán”.

De la misma forma, se especificaba que la dirección científica del establecimiento  estuviera a cargo de un director que nombraría el Ejecutivo del Estado, quien debía tener  diploma legal de Doctor en medicina y Cirugía, así como haber ejercido en el Estado la profesión cuando menos seis años. Al respecto, creo que este ejemplo debería seguirse y no repartir “huesos políticos” en los hospitales públicos como comúnmente se acostumbra.

Estadísticas

De acuerdo a cifras oficiales, ingresaron entre el 1 de marzo de 1906 y el 31 de diciembre del mismo año, 2 mil 828 hombres y 930 mujeres. Fallecieron en el mismo período 326 hombres y 93 mujeres. Egresaron curados 2 mil 388 hombres y 759 mujeres, quedando para el 1 de enero de 1907, 144 hombres y 78 mujeres. 

La cifra de mortalidad parece un poco exagerada ya que se eleva a más del 13 por ciento de los internos, y esta situación (de acuerdo a un parte oficial) se derivó principalmente a que muchos enfermos ingresaron agonizantes, resultando así que su estado era tan grave  que más bien acudían en solicitud de un cristiano lecho de muerte más que para obtener un remedio de sus males. 

Finalmente, todo indica que hubo una visión humanista en aquel entonces al crear ese moderno y resplandeciente hospital, a diferencia del dantesco panorama que hoy se puede vislumbrar desde la entrada hasta sus deprimentes pasillos y cuartos. 

Mi correo es [email protected] y twitter @sergiogrosjean.

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