Detrás de jinete fantasma hay muchos testigos

Augusto Santos era el nombre verdadero de un capataz que fue asesinado por forasteros de Camino Real.

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Varias personas aseguran haber visto al jinete fantasma que aún busca venganza, en el Camino Real. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- Cuenta la leyenda que en 1905 vivió un capataz que fue asesinado por unos forasteros que llegaron a Umán procedentes del Camino Real (así se le denominaba a la ruta que venía de Campeche, desde Calkini hasta Umán, pasando por Becal, Halachó, Maxcanú, Kopomá, etc.). Lo habían tratado de asaltar para quitarle el dinero de la raya de los trabajadores, pero como el capataz, además de responsable era muy valiente, peleó y pagó con su vida, a pesar de que eran seis o siete los matones.

Quizás cualquier otro capataz de antemano hubiera entregado el dinero para poner a salvo su vida, pero no Augusto Santos, el nombre original de ese valiente. A partir de los siguientes años, muchas personas aseguraron ver el alma en pena de este capataz montado en su caballo y rondando los tramos carreteros entre Umán, Samahil y Kinchil pues dicen que por ahí huyeron los asaltantes y desde el más allá, eternamente los anda buscando para cobrar venganza y recuperar el dinero que iba a ser el sueldo de los peones.

Algo que me llamó la atención de esta historia es que en los siguientes años de la muerte de Augusto Santos, era casi un honor para alguien de esos rumbos ver al “jinete vengador”, pero con el paso del tiempo, conforme se fue olvidando la historia, esto empezó a causar más bien temor, ya que quienes desconocían el origen de esta aparición fantasmal supusieron que era algo maligno verlo o escucharlo cabalgar.

Hoy en día esta historia está casi en el olvido, irónicamente me la contó un tabasqueño, avecindado en Yucatán desde hace muchos años. El actualmente vive en Umán y debido a que sus abuelos son de ahí se pudo enterar de la historia real de Augusto Santos. Nuestro amigo tabasqueño también nos dijo que en su natal Villahermosa también se cuentan historias de jinetes.

Cuenta la leyenda que en todos los alrededores de Tabasco asusta el fantasma de un jinete quien en su caballo, con sombrero a sus espaldas y a paso veloz, deja blanco de miedo hasta al más pintado, pues a grito de “jo-jo-joooo” (como los vaqueros que conducen ganado) pasa entre matorrales, troncos y malezas sin que estos parezcan estorbarle.

Las vecinas que lo ven o escuchan, desde antes se persignan y encierran en sus casas por temor a toparse con este ser de ultratumba. Pero el problema real no sólo era el temor de las poblaciones, sino que noche a noche, de manera inexplicable desaparecía el ganado de diversos corrales, de las formas más extrañas y sin que luego se les pudiera localizar en ningún lado.

Se organizaban batidas, se preparaban emboscadas, se buscaba por todos lados, pero nunca se encontraban huellas ni del ganado ni mucho menos del ladrón, que se desvanecía como humo ante sus perseguidores, con una habilidad inexplicable y hasta fantasmal, dirían muchos.

Peor aún, los más valientes que le seguían de cerca de la nada eran lazados en el cuello y arrastrados hasta morir, y sus cuerpos eran encontrados en el sendero, destrozados.

Como siempre ocurre en estos casos nunca faltaba gente ingenua que atribuía esto a algún ladrón audaz de carne y hueso; a pesar de que prácticamente en todas las estancias y haciendas de Tabasco se había escuchado o visto alguna vez el grito peculiar de este fantasmal vaquero en altas horas de la madrugada arreando largas partidas de toros negros y grandes, para luego al amanecer constatar que hacían falta los mejores ganados.

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