El caso del duende maya y la niña

Los duendes del Mayab son traviesos habitantes de las tierras yucatecas.

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Los aluxes son conocidos por hacer travesuras a las personas que no les dejan ofrendas. (Jorge Moreno/ SIPSE)
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Jorge Moreno/ SIPSE.com
MÉRIDA, Yucatán.- Se han tocado anteriormente anécdotas relacionadas con los aluxes, los “duendes del Mayab” que en la mayoría de los casos suelen pegarle un buen susto a sus 'víctimas'. En esta ocasión se presenta el relato de la hija de don Humberto Fuentes Marrufo, un vecino del municipio de Telchac Puerto que compartió el siguiente caso: 

“Por muchos años tuvimos un terreno en Sinanché, el cual tenía una pequeña casita y muchos árboles frutales, ahí acostumbrábamos a ir para cosechar, regar y pasar un rato de esparcimiento junto con mi esposa, mis cuñados y mis dos hijos, Humberto y Diana, quienes en ese entonces tenían siete y cuatro años de edad, respectivamente

En bastante tiempo nunca notamos nada extraño en el terreno, aunque los vecinos ya me habían comentado que había aluxes, lo cual ni me espantó ni me preocupó, ya que soy gente de campo y estoy acostumbrado a ese tipo de cosas, y como nunca los habíamos visto ahí, pues no le dimos importancia.

En una ocasión fuimos a pasar un fin de semana. Estábamos en la parte delantera del terreno, comiendo unas galletas y mi hija venía y me pedía algunas para llevárselas al patio. 

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Luego de que lo hizo varias veces, le pregunté por qué no las comía junto a nosotros, a lo que inocentemente me dijo que no eran para él sino para el “muñequito”. A mi esposa le causó extrañeza y me dijo que fuera al patio sin que ella se diera cuenta para ver que hacía con las galletas.

Entonces entré a un cuarto que tenía que daba hacia el patio trasero y desde donde podía ver perfectamente a mi hija, quien en ese momento dejaba una galleta en el piso y se iba corriendo de regreso a la parte de adelante.

De pronto, sucedió lo que jamás imaginé, vi un duendecillo como de 40 centímetros, todo de color tierra, como si no tuviera ropa, el cual de forma veloz se acercaba a donde estaba la galleta, la agarraba con sus dos manos y regresaba hacía el fondo del patio cerca de un pozo que tenemos, era muy rápido pero se escuchaban las hojas que estaba en el piso cuando corría.

Confieso que me dio un poco de miedo, y de inmediato fui con mi hija y le prohibí que saliera de nuevo, pues tengo entendido que esos seres del Mayab se pueden llevar a los niños pequeños, lo que si hice fue dejar el paquete de galletas en el patio a manera de ofrenda y para que no se  vaya a molestar el alux.

Cuando interrogué a mi hija, ella me decía que era la primera vez que veía a ese ‘muñequito’ y que se le acercó cuando la vio comer su galleta y que incluso estiró la mano para pedirle una.

Actualmente mi hija tiene 23 años de edad y dice que no recuerda mucho aquella vivencia, pero cuando tenía 10 si lo recordaba bien y nos contaba que el alux no hablaba, sólo le hacía señas de que quería comer las galletas.

Lo curioso del caso es que mi hijo Humberto, quien en ese entonces tenía siete años, dice que si llegó a ver a su hermanita y al alux mientras se llevaba las galletas pero simplemente no le interesó y se fue al cuarto a ver la televisión.

Describe al alux de la misma forma como yo lo ví y hoy se arrepiente de no haberse acercado o seguirlo, pues le llaman la atención estas historias, y en mi caso, me siento muy afortunado de haber visto a ese alux y sobre todo que no le hizo daño a mis hijos", finalizó don Humberto.

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