Entrevista: Labor social con visión profesional

El empresario Carlos Mimenza Novelo impulsa la Fundación Villa de la Esperanza, la primera de segundo piso en Yucatán y el Sureste.

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El empresario Carlos Mimenza Novelo preside la Fundación Villa de la Esperanza. (Guadalupe Adrián/SIPSE)
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René Duperón/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Ayudar al prójimo suele ser una de las empresas más difíciles y en la que no sólo basta la buena voluntad, sino que es una tarea en la que se requiere constancia, organización y, sobre todo, profesionalismo.

A ello hay que agregar la transparencia y la corresponsabilidad, pues con la rendición de cuentas se genera la confianza y con la corresponsabilidad se crea la conciencia de que los flagelos sociales son responsabilidad de todos los integrantes de una comunidad, por lo que cada quien tiene una obligación con el prójimo.

Con estos valores surge la Fundación Villa de la Esperanza, que se constituye como una organización comunitaria y de segundo piso.

Esta asociación civil, que preside Carlos Mimenza Novelo, está conformada por gente, la mayoría joven, con deseos de transformar la realidad social de su comunidad, pero con un enfoque profesional que garantice la permanencia de esta labor social.

“En nuestra comunidad existen mucha personas con deseos de ayudar al prójimo, pero lo hacen de manera aislada, cada quien por su lado, y de este modo esa ayuda se pulveriza”, explica Carlos Mimenza. “Lo que nosotros queremos es unir todos esos esfuerzos para encaminarlos en una sola dirección y que sus frutos puedan crecer, multiplicarse”.

Con respecto a lo anterior, Carlos Mimenza respondió las siguientes preguntas:

¿De dónde surge la idea de conformar una fundación?

En una ocasión, cuando me encontraba en una terapia de grupo uno de los que estaban ahí dijo que quería suicidarse porque estaba quedando sordo, estaba perdiendo el sentido del oído. Entonces le dije al terapeuta (Roberto Carrillo, quien es también integrante de Villa de la Esperanza) que yo tenía la intención de apoyarlo, proporcionándole los dos mil pesos que necesitaba para comprarse un aparato de audición, a lo que el psiquiatra me respondió que si en verdad quería hacer algo por el prójimo esa ayuda no bastaba, no por ahí era el camino, sino que había otras formas, más trascendentes, de apoyar a la gente.

La primera agrupación a la que me acerqué para apoyar fue Casa Crisal, que atiende a niñas y adolescentes desamparadas. Luego me fui involucrando con otras, como SANA y MIRA (Movimiento para la Integración y Recuperación de Personas con Autismo), y al ir conociendo más asociaciones civiles me di cuenta que muchas de ellas se quedan sin recursos y esto, a final de cuentas, frena su labor altruista.

¿Por qué crear una fundación de segundo piso?

Precisamente, para satisfacer esa necesidad que tienen las asociaciones civiles en Yucatán. Una fundación de segundo piso puede ayudarlas a conseguir los recursos que requieren, puede ayudarlas a bajar fondos que en muchas ocasiones se pierden o se quedan ahí, pero para acceder a ellos las asociaciones tienen que profesionalizarse, ser transparentes, tener una estructura, rendir cuentas y parte de nuestro trabajo va a ser brindarles esa asesoría.

Las asociaciones civiles son en realidad empresas y como tales tienen que funcionar de manera profesional, necesitan un capital con el que van a trabajar y el cual deben acrecentar. También deben tener personal que trabaje de tiempo completo para que puedan cumplir sus objetivos, y también, como empresas, tienen que rendir cuentas a un consejo de administración, que en estos casos son sus patronatos.

Aquí lo que queremos hacer es cambiar la visión del altruismo, que se profesionalice y que no sea un conjunto de esfuerzos aislados que a final de cuentas acaban pulverizados, o que sean esfuerzos que comienzan muy bien, pero a largo e incluso a mediano plazo no se les da continuidad.

¿Está consciente que ayudar a los demás es una de las tareas más difíciles?

Estoy consciente de que hacer cosas diferentes siempre genera envidias, que no falta quien hable mal de lo que uno está haciendo, porque se han dado casos de gente que ayuda sólo para figurar socialmente, pero te reitero que nosotros queremos hacer el bien, pero hacerlo bien, y una prueba de ello es que si yo, como presidente, llegara a faltar, este proyecto continuará, lo cual quiere decir que no es un esfuerzo personal de Carlos Mimenza. Ahora, circunstancialmente yo estoy como presidente, porque que está iniciando, pero me acompañan personas muy valiosas como la psicóloga Mariana Rodríguez Molina, Marco Cáceres Novelo y el psiquiatra Roberto Carrillo Ruiz.

¿Quién es Carlos Mimenza Novelo?

Nací aquí en Mérida, donde mi familia es muy conocida, pero desde niño fui a radicar a Cozumel, a donde mi papá fue enviado como director del hospital del Issste.
Estudié la carrera de Derecho en la Uady, soy de la generación 1993-1997. Al concluir mis estudios regresé a Quintana Roo, donde me dediqué a los negocios en Playa del Carmen. Hace dos años volví a Mérida, donde estoy desarrollando el proyecto de la fundación.

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