'Vocación: Seguir a Cristo en disponibilidad y confianza'

Lo que constituye la vocación de cada uno es la capacidad de dar testimonio del amor de Cristo muerto y resucitado.

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Jesucristo cuando pretende enviar a alguien no hace examen de sus virtudes, sino de su generosa disponibilidad. (SIPSE)
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V Domingo del Tiempo Ordinario

Is 6, 1-2. 3-8;    1 Cor 1, 1-11; Lc 5, 1-11

Introducción 

En la primera lectura el profeta Isaías se refiere a su profunda experiencia de Dios que se caracteriza en una vocación-misión: “¡Aquí estoy Señor, envíame!”. 

En la segunda lectura San Pablo nos hace comprender que la misión del apóstol es esencialmente de anunciar la palabra en síntesis del kerigma primitivo: que Cristo murió y resucitó por nuestros pecados, como dicen las Escrituras. 

Y en San Lucas la narración de la pesca milagrosa parece subrayar que la vocación es una experiencia cotidiana a través de la cual se expresa lo extraordinario de la vocación-misión de Dios. De tal manera que encontramos un común denominador en las tres lecturas que sintetizamos así: 
1.    Dios llama en la propia comunidad y en la cotidianeidad de la vida diaria
2.    La vocación es una experiencia interior, mística de una profunda llamada-invitación del Señor 
3.    Y aunque se expresa en formas diversas y en carismas múltiples, toda vocación es anuncio del Cristo muerto y resucitado.

La llamada

La barca de Pedro, tiene un lugar muy especial, pues desde ella predica Jesús a la multitud, desde ella le ordena a Pedro arrojar las redes, en ella se da la obediencia de los tres que la conducen; que puede verse como la primicia de todos aquellos que confían en la Palabra del Maestro, y es por la confianza, por la fe, que se obtiene la pesca sobreabundante y milagrosa. Además del milagro, hay una profecía, y es que el Señor los llama a ser pescadores de una nueva manera.

En esta barca podemos decir que oscila entre los hechos y el acontecimiento sustrato, entre el misterio y sus signos de manifestación. Pues resplandece el misterio de Cristo, que actúa con su Palabra y con la potencia de su personalidad, transformando así la historia y la identidad de aquellos hombres; Simón que será Pedro y los tres que se harán pescadores de hombres, para llevar a cabo con una identidad muy precisa que será su vocación-misión de vida.

La experiencia mística

Isaías lleva adelante un diálogo con Dios de profunda familiaridad mientras vive en el templo y realiza todas las acciones litúrgicas: cantos, oraciones, incienso, ornamentos, adornos, todo contribuye a abrirle el corazón hacia una esfera mística de experiencia de Dios. Se abre así toda su capacidad de oración y contemplación, su corazón se siente conquistado por Dios y se le devela como Santo y glorioso. Y esto mismo que lo lleva a valorar tanto la grandeza de Dios le hace comprender la impureza de él y de su pueblo, y por ello el profeta tiene miedo porque se siente muy indigno de su vocación-misión de profeta.

Pero Aquel que elige, es aquel que se revela y purifica a los que Él envía, por esto mismo el Profeta al final exclama: “¡Aquí estoy Señor, envíame!”. Es una hermosa descripción del proceso de maduración de una vocación: primero se percibe a Dios más en un tono poético, luego se entra más a fondo en el misterio de Dios y de la comunión con Él, pues se comprende el misterio de su santidad y el misterio de la historia humana que se manifiesta como desobediencia, pecado y rechazo de Él. 

Viene el momento de la crisis, en el que se duda que se pueda establecer un puente, un contacto, una vinculación entre estos dos extremos: lucha, incertidumbre, tensión entre el fuego de Dios que llama, invita y urge; y la fragilidad humana consciente de su pecado y pequeñez delante del reto de la vocación-misión a la que se le invita.

Las palabras: “¡Aquí estoy Señor, envíame!”, no son de presunción sino la victoria de la sobreabundancia del amor, la misericordia y la fortaleza de Dios que se manifiesta en la fragilidad y debilidad de la persona elegida.

El anuncio

El anuncio que nos hace San Pablo es una palabra recibida en custodia y cuidadosamente transmitida. Entre lo recibido y transmitido está el testimonio de la vida de Pablo; que elegido por Dios en el camino de Damasco, también le pregunta al Señor como signo de su disponibilidad ¿Qué debo hacer Señor? , y empieza así su discipulado cristiano quedando primero ciego y luego de tres días de oración vuelve a ver, pero ya de manera diferente, pues ve con los ojos de Cristo, para comprender y amar con el corazón de Cristo.

Este anuncio del núcleo de la Revelación, lo hizo de manera semejante Pedro después de la curación del paralítico: “sí mataron ustedes al autor de la vida, pero Dios lo resucitó y de esto nosotros somos testigos” . Que es una fórmula sintética densa y completa en su contenido, pues se revela el misterio de Jesús, de su identidad personal y de su historia con todas sus implicaciones eclesiales.

Lo que constituye la vocación de cada uno es la capacidad de dar testimonio del amor de Cristo muerto y resucitado, para que así el mensaje que se lleva no solo tenga fuerza de convicción, sino de conversión; creerán en Jesucristo por el testimonio de la vida y este es el servicio más noble que podemos hacer hacia nuestros prójimos para la fidelidad al amor de Dios y al servicio y promoción de la persona y de la comunidad.

Lo que constituye la vocación de cada uno es la capacidad de dar testimonio del amor a Cristo muerto y resucitado, para que así el mensaje que se lleva no solo tenga fuerza de convicción sino de conversión; creerán en Jesucristo por el testimonio de la vida y este es el servicio más noble que podamos hacer hacia nuestros prójimos para la fidelidad al amor de Dios al servicio y promoción de la persona y de la comunidad.

Conclusiones

1)    Los elementos constantes de toda vocación son:
Iniciativa Divina – “por gracia de Dios, soy lo que soy”
Respuesta humana – “su gracia no ha sido vana en mí”
Coincidencia entre vocación -y- misión: “y lo dejaron todo y se fueron con Jesús”

En las tres lecturas, la persona llamada descubre su pequeñez, pecado y miseria, y por lo mismo la desproporción entre vocación -y- misión.
Así Isaías: “Estoy perdido porque soy hombre de labios impuros”
San Pablo que recuerda su pasado de perseguidor de los cristianos, 
San Pedro que le dice al Señor “Aléjate de mí que soy un hombre pecador”.

Pero Jesucristo cuando pretende enviar a alguien no hace examen de sus virtudes, sino de su generosa disponibilidad. Por ello es tan profundo el texto de Jeremías: “Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de salir del seno materno te consagré, adonde te envíe, irás, lo que yo te mande, lo dirás, no tengas miedo, que yo estoy contigo” .

2)    Debe de existir una grande sintonía y armonía dentro del pueblo de Dios, entre Jerarquía y fieles. La Jerarquía debe ser siempre una diaconía -un servicio-. Los apóstoles son servidores de Cristo y dispensadores de sus misterios.

La fortaleza de esta sintonía y armonía, es lo que favorece que la Iglesia crezca y se fortalezca; y como en los países europeos del este bajo, el comunismo, fue la clave de la sobrevivencia de la Iglesia. Así se realiza el ideal paulino de: “Nosotros no somos dueños de su fe, sino colaboradores de su alegría, para que se mantengan firmes en la  fe .Y esto se realizará de manera culminante en la Eucaristía. Cada sacerdote representa a Cristo, en espíritu de comunión jerárquica, consagra, realizando así el memorial de la muerte y Resurrección de Cristo, y con la fuerza del Espíritu que desciende sobre la ofrenda, realiza el que la presencia real de Jesús se transforme en gozo: “Y volveré a verlos, ustedes me verán y su corazón se alegrará, y ésta alegría nadie se las podrá quitar” 

3)     La obediencia humilde, gozosa y generosa, es la llamada a toda   invitación vocación-misión del Señor. En las dificultades del camino, en el cansancio del desierto, que    importante saber que Él me ve, Él me ama, Él me guía, Él me sostiene, lo que Él quiere es mi Respuesta en la total disponibilidad, en la inquebrantable confianza: “Ya que nada podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro...” Ya que en todo salimos vencedores, gracias a Aquel que nos amó”.  Amén.

† Emilio Carlos BerlieBelaunzarán
Arzobispo Emérito de Yucatán

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