La verdadera historia de 'La Planchada'

Un desengaño amoroso provocó que en vida a Eulalia dejaran de importarle sus pacientes, en muerte trata de compensar su negligencia.

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Representación de la enfermera fantasmal conocida como “La Planchada”. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- La semana pasada prometí que en “Expediente Paranormal” hablaríamos de ese conocido personaje que se aparece en los hospitales y clínicas de todo el país, a quien apodan “La Planchada”. De hecho, desde hace tiempo, varios lectores me han solicitado que hable sobre este ser fantasmal.

La historia gira en torno a una enfermera zacatecana de nombre Eulalia, quien entró a trabajar a un hospital de la Ciudad de México hace casi 70 años, y tras su muerte, luego de una triste historia de amor y mentiras, empieza a manifestarse en su centro de trabajo ayudando a los pacientes.

Sin embargo, reportes idénticos se han dado en cientos de hospitales y clínicas de todo el país, incluyendo los principales centros médicos de Mérida, como el hospital Agustín O'Horán, el Hospital Benito Juárez del IMSS, la Clínica de Mérida, la Cruz Roja y sus diversas delegaciones, así como clínicas del interior del estado.

Popularmente, la gente de todo el país dice que se les apareció o vieron a “La Planchada”; de hecho, cuando he investigado casos paranormales en hospitales yucatecos, nunca falta la enfermera, doctor, empleado administrativo o paciente, que reporte haber visto a este ser fantasmal.

Pero, aunque en muchas ocasiones los fenómenos paranormales carecen de toda lógica, sería extraño pensar que el fantasma de Eulalia se apareciera por todos los hospitales del país, ya que los reportes se cuentan por cientos a lo largo de todo el año en todas las ciudades y municipios de México.

Otras enfermeras fantasma

Lo que sí he descubierto es que en realidad hay fenómenos repetitivos; por ejemplo, las manifestaciones que se dan en equis clínica yucateca son del alma en pena de una enfermera que falleció años atrás y que laboraba ahí, y que por alguna razón (quizás no se ha dado cuenta que ya no pertenece a este mundo), aún asiste a su centro de trabajo y cuando tiene la energía suficiente (esto es intermitente) puede manifestarse e incluso dar medicamentos a un paciente.

Cuando esto ocurre es cuando se afirma que fue “La Planchada”, cuando en realidad fue un alma en pena que estuvo relacionada en vida con esa clínica y no Eulalia, la zacatecana.

De estos hay muchos casos en Mérida y el interior del estado, y casi siempre que investigo a fondo descubro que en efecto, el “ser fantasmal vestido de blanco como si fuera una enfermera” se trata de una exempleada fallecida años atrás.

Pero, entonces, ¿qué le ocurrió a la auténtica “Planchada” y por qué le dicen así? En resumen, esta popular historia ocurrió en la capital del país a mediados del siglo pasado. Eulalia era una eficiente y guapa enfermera, que se caracterizaba porque su uniforme siempre estaba limpio e impecable, bien planchado con almidón, sin la más mínima mancha ni arruga, de ahí que sus compañeras le apodaban “La Planchada”.

Un día entró a trabajar un doctor al hospital donde ella estaba. Eulalia se enamoró de inmediato y sostuvieron un romance a escondidas, porque, aunque él decía que era soltero, siempre daba pretextos para no hacer pública su relación.

Un día, poco después de cumplir un año de romance, él le pide matrimonio, pero le dice que antes de formalizar todo debía irse 15 días a tomar un seminario a otra ciudad; incluso ella le planchó y preparó la ropa que llevaría al curso.

Descubre el engaño

Pero semana y media después se enteró que en realidad él no se encontraba en ningún seminario, sino que había renunciado para irse de luna de miel, ya que, en días previos, se había casado con su novia de años… Todo había sido un engaño.

Desde su decepción amorosa, Eulalia jamás volvió a ser la misma, permitió que la amargura se apoderara de ella hasta convertirla en un ser frío, silencioso y sombrío.

Fue una mujer que no volvió a vincularse a ningún hombre porque se abandonó a la idea de que todos “eran iguales”. Como enfermera realizaba su trabajo con el alma empolvada por el tedio y el desgano, descuidó a los enfermos hasta el punto de que algunos murieron por su negligencia y olvidar darles la medicación. 

A pesar de ello, no fue despedida porque sus compañeros y superiores la apreciaban y pensaban que tarde o temprano volvería a ser la chica trabajadora y dedicada a los pacientes que siempre había sido.

Pasaron los años y un día, la enfermedad cayó sobre ella, falleció y al poco tiempo sus compañeros aseguraron ver su alma en pena deambular por su centro de trabajo, pero no sólo eso, quizá arrepentida por fallar en su trabajo, empezó a “ayudar” a las enfermeras dándole sus medicinas a determinados pacientes y “avisar” cada vez que había una emergencia o si alguna enfermera se dormía en su trabajo.

Las descripciones de decenas de pacientes y familiares de ellos fueron contundentes. Hablaban de una guapa chica con la ropa impecable y perfectamente almidonada… así inició la leyenda de “La Planchada”

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