"Juan Salvador Gaviota"

Reconozco la lectura de esta semana como un mensaje directo.

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Reconozco la lectura de esta semana como un mensaje directo; palabras certeras que llegan en forma de apoyo a todas aquellas situaciones en las que hemos necesitado de la voz del otro. Impulsos para el alma.

Y es que, lector, la urgencia de encontrar razones y motivos en las bocas de quienes amamos se ha vuelto cotidianamente necesaria. Señalo a nuestros familiares, a los amigos, a la pareja, e incluso al desconocido que nos toca en una frase de vida tirada al aire en medio de la urbanidad: era lo que necesitábamos escuchar.

Existen personas cuya fortaleza mental radica en una constante resistencia hacia la “autoayuda”, esos libros que pudieran parecer molestos y que de momento nuestro humor pareciera no darles preferencia. Lo cierto es que nada nos prepara para ese instante en el que encontramos una frase que se acopla perfectamente a nuestras circunstancias. Así como hay lugares en los que estamos destinados a ir, quiero creer que hay palabras a las que estamos destinados a llegar.

Juan Salvador Gaviota (1970), del autor estadounidense Richard Bach, es una novela con aires de fábula que, con audaz empleo de las palabras, llega hasta la profundidad de nuestra existencia para mirarnos a través de Juan, una gaviota inquieta que ha sido fascinada por la idea de volar a velocidades nunca antes experimentadas por su bandada. Naturalmente, como en nuestra esfera, los intentos por romper los moldes suponen conflictos con la sociedad. Para Juan, surge la necesidad de volar más allá de sí mismo.

Dentro de la historia, recorremos y volamos junto a él para hacer un ejercicio de autorreflexión que lleva como destino final una mirada concreta hacia nuestros propios límites. Para nuestro protagonista, volar toma un nuevo sentido cuando entiende que las únicas limitaciones que tenemos son las que nos han sido aparentemente impuestas. Nos reconocemos en las alas de quien decide perseguirse a través de los sueños. Juan vuela, se aleja, trasciende, se descubre, y finalmente regresa a casa, como quien nunca se ha ido. O como quien regresa después de encontrarse.

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