Conmoción

Evitemos caer en las tentaciones de corte partidista, sobre el asesinato de Emma Molina.

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Los que conformamos la sociedad yucateca hemos sido conmocionados por el artero asesinato, perpetrado por unos sicarios, de la señora Emma Gabriela Molina Canto, cuando llegaba a su domicilio. Sobre todo porque habíamos sido testigos, a través de los medios de comunicación, de su tenaz lucha, en la que participó su madre doña Ligia Canto, para recuperar a sus hijos que injusta y violentamente les fueron un día arrebatados por quien fuera su cónyuge.

Y porque hemos sido testigos de esa desigual lucha, donde sobresalieron las deficiencias e inequidades de nuestro sistema de justicia, que no logra despojarse completamente de los vicios de la formalidad y que otorga ventajas, así sean temporales, a los forajidos que cuentan con recursos para usar la Ley, sus representantes e instituciones en contra de los inocentes y de las víctimas.

Su impacto es mayor porque es un penoso recordatorio de nuestra incapacidad como sociedad, o mejor aún como comunidad, para prevenir estos amargos eventos que se van conformando una larga cadena de injusticias, y que desgraciadamente representan la mayor de las veces la culminación de una escalada de violentos agravios contra las mujeres de todos los estratos sociales, incluyendo a las familias sobresalientes.

Agravios que se van fomentando en el seno familiar, donde se enseña que la condición femenina está ligada al sometimiento al varón y que su única finalidad es proporcionarle un mejor servicio, comenzando por los trabajos domésticos, y que usualmente deriva en la negación de oportunidades para su desarrollo personal a través del estudio y el crecimiento profesional.

Problemas ancestrales que ciertamente están generalizados en nuestro país y más allá, y aunque la solución reside primero en manos de las madres y los padres de familia que deben educar en la igualdad a sus hijos y sus hijas, ello no significa necesariamente que dejemos de llevar al cabo acciones y programas, como individuos, asociaciones civiles y gobierno, para combatirlos y prevenir en la medida de lo posible las acciones criminales.

Ello, evitando caer en las tentaciones de corte partidista, honraría sin duda la memoria de Emma y de tantas otras mujeres que han sido inocentes víctimas de desalmados criminales.

Fantasma. Un fantasma persigue a Donald Trump: el fantasma de Rusia, que tan protagónicos papeles parece haber desempeñado en la campaña para facilitar su elección. Su anterior consejero de seguridad y su yerno han sido citados a comparecer ante la comisión que investiga esos hechos; el primero, que tuvo que renunciar a formar parte del gabinete cuando fue pillado en la flagrante mentira de negar, bajo protesta, haber tenido relaciones con los rusos, pidió inmunidad a cambio de su colaboración en la pesquisa, la cual le fue denegada. De comprobarse la participación de la antigua potencia soviética en la campaña, el magnate corre el riesgo de ser defenestrado.

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