Peor escenario

Tras ataques armados de EE UU, el muro, el Tlcan y demás "temas fronterizos" pasaron a segundo término.

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Cuando los mexicanos estábamos realmente preocupados por las amenazas de Trump y nos aprestábamos a enfrentar las medidas que anunció contra nuestro país, como la terminación del muro en la frontera, la renegociación del TLC, la imposición de aranceles para la exportación y la deportación masiva e indiscriminada de nuestros compatriotas, sus acciones bélicas nos hacen tomar conciencia de que lo que está a la vista resulta el peor de los futuros.

Los sucesos tienen un sorprendente parecido con la Guerra del Golfo de 1990-91, emprendida por George Bush contra Sadam Hussein, que desencadenó la conflagración regional que sirvió como pretexto a los atentados del 11 de septiembre de 2001, donde George Bush Jr. derrocó regímenes militares de corte no religioso, sustituyéndolos por gobiernos teocráticos que desestabilizaron al, hasta hoy, convulso Medio Oriente.

Si los sorprendentes paralelismos son escandalosos, las diferencias resultan francamente fatídicas, pues antes el embajador norteamericano dio su aprobación para la invasión a Iraq y ahora la embajadora ante la ONU declara que no considera prioritario para Estados Unidos la destitución de Bashar al-Asad; pero, por otro lado, a diferencia de la primera Guerra del Golfo, donde Bush obtuvo el apoyo de la ONU, en esta ocasión, en tanto el Consejo de Seguridad preparaba una investigación para determinar la responsabilidad del uso de armas químicas, Trump la hizo de juez y de verdugo decidiendo unilateralmente atacar a Siria.

Olvidando que los enemigos de sus enemigos son sus amigos, dejó de reconocer el grado de compromiso de la Rusia de Putin con Siria y su determinación y efectividad para combatir al Estado Islámico, lo que puede dar lugar a una sensible ruptura.

El problema es que Trump escogió para hacerlo el día que recibió al primer mandatario de la República Popular China, a quien amenazó culpándola del activismo de Norcorea, lo que, lejos de la diplomacia china, resulta bastante descomedido.
Ofendido resultó también el gobierno de Irán que, como respuesta a los decretos fallidos de Trump contra migrantes musulmanes, prohibió la migración norteamericana.

Si a ello le añadimos las fanfarronadas sobre la “madre de todas las bombas” que detonó en Afganistán, con autorización, luego se supo, del gobierno afgano, tenemos como resultado un buen caldo de cultivo de una guerra intercontinental.

Lo peor es la superficialidad con que se ven los actos de guerra, aduciendo que son “bombardeos quirúrgicos”, que los rusos fueron advertidos o que no pasarán de fanfarronadas, pero cuando se habla de guerra, se exhibe y hace uso de un arsenal moderno y se amenaza con el exterminio, no significa otra cosa que estamos en la antesala de un choque bélico donde los tratados comerciales (TLC) son pecata minuta. Hay que detenerla.

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