Desinflado

Trump puede ser defenestrado en cualquier momento, mientras más pronto mejor...

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Pues bien, hemos sobrevivido un mes a la administración de Donald Trump y en el balance la que se va perfilando como verdadera interrogante, incertidumbre, es ¿cuánto tiempo más podrá subsistir su gobierno? O, si gustan ustedes, ¿durante cuánto tiempo el magnate persistirá en llevar al cabo las más desordenadas ideas de su alter ego Steve Bannon?

Aquí habíamos aventurado que el lapso más difícil para encararlo serían sus 3 primeros meses, que deberían ser suficientes para que aprendiera qué es lo que puede hacer y, mejor aún, qué es lo que no se puede hacer desde la presidencia de la primera potencia mundial, aunque no haya garantía sobre su capacidad de aprendizaje, o sobre su  charlatanería.

Y tenemos que reconocer que, más allá de sus bravatas, en el lapso transcurrido hasta hoy, a nuestro país no le ha ido nada mal, pues, a partir del momento en que Enrique Peña Nieto declinó asistir a la cumbre a que había sido invitado en la Casa Blanca, el peso, nuestra moneda, se ha ido recuperando al pasar de los 22 a los 20 por dólar.

Al tiempo que se han podido mantener los canales formales de comunicación entre los secretarios de Peña y los ministros de Trump, para preservar los acuerdos operativos que se han fraguado a través de los largos años de vecindad, a pesar de los exabruptos y desatinos del neoyorquiino que, a fuerza de repetitivos, van perdiendo consistencia.

Así que, de manera inesperada, vamos siendo testigos del desinflamiento del personaje que ha ocupado la atención mundial últimamente y que amenazó con tirar por la borda todos y cada uno de los cimientos sobre los que descansan las relaciones económicas y comerciales; la diplomacia mundial e incluso el equilibrio geoestratégico.

El norteamericano ha devenido en un gobierno ávido de correctores, desde el que falsamente atribuyó a Videgray la corrección de un discurso del mandatario, hasta las versiones ciertas y verificadas de su embajadora en la ONU que confirmó, contra la opinión de su jefe,  su adhesión a la política de los Dos Estados prescrita por la ONU para la solución del conflicto Palestino Israelí; la Corte de Justicia que vetó el decreto migratorio, hasta el secretario de Estado que desestimó la afirmación de Trump de que usaría a las fuerzas armadas contra migrantes.

Y aunque todos tenemos una idea para contrarrestar las políticas, y afrentas, del bisoño gobernante, que van de la indiferencia hasta las propias de los pendencieros, lo cierto es que ha quedado demostrado que nuestras instituciones diplomáticas tienen la consistencia y el rigor suficiente para asumir la difícil tarea de sacarle acuerdos razonables a los representantes de un gobierno díscolo.

Trump puede ser defenestrado en cualquier momento, mientras más pronto mejor, no obstante me conformo con que sea convenientemente domeñado por el pueblo y las instituciones norteamericanas. Cuenten con nosotros.

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