Señorío de la persona

La mujer y el hombre modernos arrastramos en el interior vivencias contradictorias: esperanzas y desconsuelos, euforias y frustraciones...

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El hombre moderno está asediado, afuera y adentro de sí mismo, por numerosos enemigos.- Gerard Marley Hopkins, S.J., escritor

Con los modernos medios de comunicación el entorno del ser humano se ha ampliado como nunca antes, las noticias en el otro hemisferio se hacen presentes a los cinco minutos que suceden, muchas veces con imágenes vivas sean de crímenes, fenómenos naturales, cambios políticos o financieros etc. 

Estas noticias impactan y debilitan los nervios, perturban el sueño, interfieren en el buen funcionamiento de la digestión intestinal y aumentan las palpitaciones cardíacas, alteran la presión normal sanguínea y puede darse una profunda alteración en las funciones vitales del organismo humano. 

En la vida de hoy las presiones provienen de todas partes. En el trabajo, pueden darse competencias insanas; intrigas en las relaciones familiares donde a veces, en lugar de empatía y respeto, se dan incomprensiones, reproches y reclamos y el hogar se convierte en campo de batalla y de dolor. Se suman la contaminación ambiental, el congestionamiento del tráfico, las alteraciones atmosféricas etc. Recibimos ataques incesantes que nos van debilitando. 

La mujer y el hombre modernos arrastramos en el interior vivencias contradictorias: esperanzas y desconsuelos, euforias y frustraciones; las preocupaciones que nos inquietan; importantes proyectos que nos seducen y a la vez nos perturban y dañan la unidad interior provocando la pérdida del orden mental y el control emocional. Estos enemigos interiores agreden desde adentro y debilitan la personalidad dando lugar a la dispersión.

¿Qué hacer? No hay recetas mágicas y milagrosas. Sin embargo, hay algunos puntos que son de gran ayuda para conservar o restituir el equilibrio del ser, como la relajación, la concentración e  intervalos de silencio mental, aún siendo breves, para recuperar la unidad interior, la sensación de bienestar y el poder y manejo de uno mismo cerrando el paso a pensamientos catastróficos, obsesiones y desánimos, con convicción, esfuerzo y dedicación para lograr el dominio mental (la línea del pensamiento), dejando, soltando, desprendiéndose, desligándose de pensamientos negativos y atemorizantes y así recuperar el SEÑORÍO de nuestra persona que quiere y necesita paz y armonía para vivir consigo mismo y con los demás. ¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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