Piezas del cenote Holtún, 'testimonio de mayas desesperados'

Según el arqueólogo Guilermo de Anda, responsable del Gran Acuífero Maya, fueron halladas ofrendas con que se pedía clemencia al dios Chaac.

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Vestigios prehispánicos hallados en el cenote Holtún de Chichén Itzá indicarían que los mayas estaban desesperados debido a una gran sequía. (Milenio Novedades)
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SIPSE.com
MÉRIDA, Yuc.- En el marco de un proyecto del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) llamado Gran Acuífero Maya, que consiste en hacer un registro digital de los cenotes más importantes de la Península Yucateca, en el caso del cenote Holtún de Chichén Itzá hay algo que destacar.

Las piezas que hasta ahora han sido impresas en 3D son: un par de cráneos humanos, una vasija y los restos de un cánido, que proceden precisamente de la ofrenda del cenote Holtún, la cual permanece inalterada.

El arqueólogo Guilermo de Anda, responsable del proyecto del Gran Acuífero Maya, informó que ya se cuenta con el modelo virtual completo de la plataforma de 20 m de ancho en la que se halló la ofrenda, y del millar de materiales de la oblación prehispánica, que incluye cerámica, restos óseos de una decena de humanos, huesos de animales, cuentas de jade, malacates, esculturas que representan a un hombre-jaguar, atlantes y portaestandartes. En estos momentos se trabaja en los modelos de sus paredes y en el fondo del mismo, informa el Gobierno de Yucatán.

Para el arqueólogo, la ofrenda es el testimonio  de “un esfuerzo desesperado por ir a las entrañas donde residía el dios Chaac (dios maya de la lluvia) y rogar por su subsistencia, porque las sociedades mesoamericanas, entre ellas la maya, eran agrícolas y dependían de la lluvia”. Aunque actualmente se encuentra inundada, es posible que en la época prehispánica el espejo de agua tuviera un nivel más bajo que el actual.

“Esto coincide con estudios que han realizado paleoclimatólogos, entre ellos Mark Brenner, quienes señalan que para el periodo Clásico Terminal-Posclásico Temprano (800-1200 d.C.) ocurrieron grandes sequías, lo cual pudo incidir en el descenso del manto freático”. Para pedir clemencia, los mayas bajaron al cenote Holtún y transportaron estos materiales que fueron dispuestos de forma simbólica.

De Anda ha conceptualizado un cosmograma para la antigua Chichén Itzá. El centro de éste es la pirámide El Castillo y sus cuatro rumbos están marcados por los cenotes Holtún, Sagrado, Xtoloc y Kanjuyum, a una distancia de 2 mil 600 metros, 400, 500 y mil 700 metros, a manera de cruz con respecto a la edificación.

Con anterioridad, el arquitecto Ignacio Marquina, experto en arquitectura prehispánica, y el astrónomo estadounidense John B. Carlson habían manifestado la posible existencia de un cosmograma para Chichén Itzá, pero en aquel momento faltó la referencia de los cenotes Holtún y Kanjuyum. Ahora esto cobra un sentido mayor tras el anuncio por parte del doctor René Chávez, del Instituto de Geofísica de la UNAM, de que El Castillo se desplantó sobre un cenote.

“Pareciera que para esta última fase constructiva de Chichén Itzá, entre los siglos IX y XI, se tomó en cuenta el cosmograma, el cual alude a una idea compartida con el resto de Mesoamérica, donde el universo era comprendido como un plano horizontal con cuatro rumbos y una quinta dirección como eje justo en el centro”, concluyó Guillermo de Anda.

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