Recibió más años de cárcel que puñaladas que le dio a su víctima

El acusado se ganó la confianza de un anciano, y luego lo mató para robarle.

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Un juez halló culpable de asesinato a un hombre que, aprovechándose de la confianza que le había dado un anciano, lo mató y le robó sus pertenencias, en el barrio de Santiago, en Mérida. La imagen corresponde a la Iglesia de esa zona de la ciudad, y está utilizada solo con fines ilustrativos. (SIPSE)
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Francisco Puerto/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- A 33 años de cárcel fue sentenciado Rodolfo Martínez Gasca, quien fue hallado responsable de matar, de 27 martillazos y cuchilladas, a Felipe V. B., de 65 años de edad.

A la anterior resolución arribó la juez primero penal, Rubí Guadalupe González Alpuche.

La sentencia es superior a la media sin llegar a la máxima (de 20 a 40 años), por la saña con la que se perpetró este homicidio.

También se le impuso el pago de un millón 231 mil 282.80 por concepto de la reparación del daño ocasionado y los gastos funerarios.

Martínez Gasca fue detenido porque sus huellas dactilares se encontraban en una botella de limpiador y en una hielera, en la casa de su víctima.

La historia

El crimen, que ocurrió el 11 de octubre de 2013, fue el robo, que redituó al victimario la cantidad de 21 mil pesos, tras la venta de los muebles antiguos que se encontraban en el interior del predio de la víctima, quien vivía por el rumbo de Santiago.

Las indagatorias determinaron que un año antes, el indiciado conoció a su víctima, a quien saludaba cada que pasaba por su predio, lo que derivó en una amistad que acrecentó acudiendo por las noches a su casa para platicar o jugar a las cartas.

Un mes antes el indiciado se quedó sin empleo, así que acudió a una tienda de muebles usados y antigüedades para vender un farol de hierro, y le dijo al propietario del lugar que "un tío tenía varios muebles antiguos que pensaba rematar".

El 10 de octubre por la noche se presentó en el predio de Felipe, y entró sin mayor problema. Acto seguido, cuando su víctima le dio las espaldas, el acusado sacó de entre sus ropas un martillo con el que lo golpeó en la cabeza, a tal grado que se rompió el mango de madera.

Cuando verificó que su víctima dejó de moverse, le clavó cuchillo.

Tan pronto amaneció llamó a la casa de antigüedades, donde se identificó con el nombre de Luis Gasque, e informó que ya había decidido vender sus muebles.

Para tal fin se apersonó al predio del occiso, a donde había citado a los de la casa de antigüedades.

Después de recibir el dinero, el sujeto dijo tener prisa por lo que dejó a los de la tienda de antigüedades embarcando los muebles, momento en el que un vecino se acercó a preguntar por qué estaban sacando las cosas de la casa.

Los de la tienda de antigüedades respondieron que el “nieto de don Felipe”, que había fallecido de un paro cardiaco, les había vendido los muebles.

No pensó que el vecino, que sabía que el hoy occiso no tenía hijos y menos nietos, llamara a la Policía Municipal que detuvo a los de la tienda de antigüedades, que ayudaron a dar con el paradero del hoy sentenciado.

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