El barrio de Santurce se va 'Pa'l Cielo'

La zona se llenó de gente pobre en los años 70, pero las autoridades han invertido para hacer de la zona un lugar donde agradable.

|
Edificio abandonado, que va a ser demolido por orden municipal, lleno de murales en el barrio de Santurce, en San Juan de Puerto Rico. (Agencias)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Agencias
SAN JUAN, Puerto Rico.- Laura Feliciano buscaba locales para abrir un restaurante en la capital puertorriqueña y se dio cuenta de que no estaba en condiciones de pagar los precios de las zonas más exclusivas junto al mar, como hubiera deseado. Entonces se adentró varias cuadras y se instaló en una calle mugrienta, llena de negocios baratos y casas de empeño.

Feliciano bautizó a su nuevo restaurante y bar "Pa'l Cielo", pero el barrio de Santurce adonde fue a parar no era precisamente un paraíso. Prostitutas y vendedores de drogas acosaban a los transeúntes en esquinas oscuras y los clientes pedían que los acompañasen a sus vehículos al salir del lugar. A menudo se llevaban la sorpresa de que el auto había sido desvalijado.

La mujer, quien regresó a su Puerto Rico natal desde Los Angeles en busca de un sitio barato para abrir su negocio, casi abandona el proyecto. "Pensé cerrar muchas veces porque nos hubiéramos sentido responsables si pasaba algo" con algún cliente, relata al recordar las primeras épocas, según publica The Associated Press.

Pero Feliciano perseveró y su paciencia recibió su premio.

En los seis años que han pasado desde que "Pa'l Cielo" abrió sus puertas el barrio de Santurce ha registrado enormes progresos en una isla con un desempleo del 13.5 por ciento y luego de ocho años de recesión.

Si bien decenas de miles de puertorriqueños se han ido de la isla en busca de mejores oportunidades afuera, queda gente emprendedora como Feliciano que trata de salir adelante en San Juan. Santurce cuenta hoy con el restaurante de Feliciano y con decenas de negocios nuevos, incluidos cafés, boutiques de artículos vintage y una librería. Hay además un festival artístico que atrae artistas y turistas de todo el mundo.

La zona atrae hoy a miles de personas, entre ellas turistas, que desean comer, beber y bailar salsa los fines de semana

Algunos inversionistas son empresas mucho más grandes que la de Feliciano. Entre los numerosos edificios que se están construyendo figura una torre de vidrio y acero llamada Ciudadela, adquirida por el constructor neoyorquino Nicholas Prouty.

A pesar del bajón en el mercado de bienes raíces de la isla, Prouty dijo en una conferencia de prensa realizada el 18 de septiembre que las 312 unidades del edificio habían sido vendidas. El Departamento de Desarrollo Económico y Comercio de Puerto Rico indicó que Prouty planea agregar otros 252 departamentos, seis mil 645 metros cuadrados (50 mil pies cuadrados) de espacio para locales comerciales y un parque público, en un proyecto de expansión de 114 millones de dólares "en el corazón de Santurce", una ubicación que hasta hace poco nadie hubiera promovido.

Prouty dijo que este barrio de unas 100 mil personas luce prometedor porque la tasa de delincuencia ha mermado, las propiedades son baratas y llega cada vez más gente joven.

"Santurce ha pasado a ser uno de los sitios favoritos de la nueva generación de San Juan", afirmó Prouty. "Mi socio y yo vimos las posibilidades de inmediato".

Feliciano, quien tiene 39 años, dice que su restaurante "Pa'l Cielo" atrajo celebridades como Benicio del Toro y los integrantes de Calle 13. Le tiene tanta confianza al barrio que abrió también un pequeño restaurante de comida mexicana. Santurce "es un sitio donde la gente de escasos recursos pero con mucha determinación puede salir a flote", expresó.

El barrio limita al norte y al este con los cotizados sectores de Condado, Ocean Park e Isla Verde, sitios sobre el mar que atraen a numerosos turistas. Hacia el oeste se encuentra el barrio de clase media de Miramar y la carretera que desemboca en el Viejo San Juan, el pintoresco sector colonial de calles de piedra donde se encuentra la sede del gobierno.

La zona se llenó de gente pobre en los años 70, en que los residentes de siempre se comenzaron a mudar a suburbios más cercanos a San Juan. Muchos de los que se quedaron eran inmigrantes dominicanos y abundaban las cuadras llenas de viviendas públicas en las que residían vendedores de drogas. La delincuencia aumentó en los años 90 y las personas que llevan mucho tiempo viviendo en la zona recuerdan esa época con amargura. "Santurce era un sitio olvidado", dice Juan Luis James, de 56 años, dueño de un negocio de neumáticos, que vivió toda su vida en Santurce.

Hoy sigue habiendo muchos edificios abandonados, aunque sus paredes están adornadas con murales pintados como parte de un festival artístico llamado "Santurce es ley".

En un lote cerca del restaurante de Feliciano se exhiben películas al aire libre. Le dicen Cinema Paradiso y fue una iniciativa de la cineasta Michelle Malley Campos, de 28 años, lanzada a su regreso de Nueva York.

"Mucha gente me dijo, `¿estás loca?'. Esa zona es peligrosa. Nadie va a ir", relata entre risas. "Ahora se están tragando sus palabras".

Algunos dicen que este renacer del barrio se origina en la restauración de La Placita emprendida por las autoridades. Se trata de una plaza donde funciona un mercado de productos frescos, rodeada de bares y restaurantes, incluidos algunos que son considerados entre los mejores de Puerto Rico. La zona atrae hoy a miles de personas, entre ellas turistas, que desean comer, beber y bailar salsa los fines de semana.

La transformación no se ha terminado. A pesar de ocasionales redadas policiales, todavía se ven de noche trabajadoras sexuales con poco más que una tira y camisetas de mallas en la Avenida Ponce de León, a pocas cuadras del Departamento de la Comida, un pequeño restaurante especializado en arúgula orgánica y otros productos del interior de la isla. La propietaria, Tara Rodríguez, de 30 años, dice que eso no le importa.

"No es perfecto, no es un sitio refinado", manifestó. "Y eso es lo que nos gusta de Santurce. Tiene sus personajes, sus fallas. Hay muchas cosas con las que trabajar aquí".

Lo más leído

skeleton





skeleton