Niñas de 5 años cambian piñatas por un día de spa

Princelandia (España) y Pink Princess Spa (México) son algunos ejemplos de esta nueva moda que invita a las infantes y adolescentes a unirse al mundo de la 'belleza'.

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El público principal suele tener entre ocho y nueve años. (pinkprincessmx.com)
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Agencias
BUENOS AIRES, Arg.- Lejos parecen haber quedado las funciones de títeres, las piñatas y el juego de ponerle la cola al burro.

Limpieza de cutis, "mini-pedicura" y "pepinos descongestivos en párpados y ojitos" son algunos de los servicios que ofrecen las nuevas empresas dedicadas al sector infantil. Su propuesta: que las niñas y adolescentes de entre cinco y 14 años celebren su cumpleaños con un día de spa.

"A la mayoría de las mujeres nos gustan desde muy pequeñas (...) las cremas, el maquillaje, los peinados... Por eso pensamos en generar un evento spa para tu fiestita de cumpleaños, 'pijama party' o reunión con amiguitas", invita una de las empresas que, junto con tantas otras, encontraron mercado en Argentina, Colombia, México y también en países europeos como España o Alemania, invitando a las más jóvenes a unirse al mundo de la "belleza".

De acuerdo con la agencia alema a DPA, el público principal suele tener entre ocho y nueve años, aunque hay quienes atendieron hasta niñas de tres. El servicio muchas veces se hace a domicilio.

"Cada niña tiene su propio set: su espejo, su tina para sumergir pies y manos, su colchoneta para relajarse. Después de la limpieza de cutis y de los masajes, las maquillamos, les pintamos las uñas y las peinamos", cuenta Gabriela de GlamourSpa, que ofrece el servicio en Buenos Aires. "Para cerrar se hace un desfile con accesorios: cintas, bufandas de plumas, disfraces, todo para modelar sobre una alfombra roja".

Ya sea que se refuerce o no un estereotipo de femineidad, lo cierto es que la moda avanza.

La nueva modalidad no es bienvenida por todos. "Me peleo una y otra vez con los padres que contratan esto sin reflexionar", dice Alejandra, madre de una niña de cinco años.

"El pepinito en los ojos después se convierte en la crema para no tener arrugas. Insertan a los niños en un camino de consumo relacionado con una estética que no tiene que ver con la salud, sino con el consumo. Los inician en la compra de algo que están muy lejos de necesitar y además les machacan un perfil de género desde pequeños. De pronto las niñas están preocupadas por maquillarse y por no tener arrugas", lamenta.

La preocupación de algunos padres se ve alentada por una moda creciente en ciertos países latinoamericanos, donde las cirugías plásticas (lipoaspiraciones, implantes mamarios) se vuelven populares a cada vez a más temprana edad. El fenómeno afecta en particular a las mujeres.

La Asociación Psicológica de Estados Unidos (APA), país en el que los concursos de belleza de las más pequeñas han causado sobrados escándalos, redactó en 2010 un informe que alertaba sobre la sexualización de las niñas a través de este tipo de prácticas.

"Los cosméticos (...) muchas veces son asociados con el deseo de generar atracción sexual, un deseo que parece estar fuera de lugar en niñas preadolescentes", advierte el informe, que no deja de señalar las consecuencias sociales que puede tener la instauración de parámetros estéticos que requieren de inversión.

"Es poco probable que las jóvenes de bajos recursos puedan acceder a productos y tratamientos de belleza costosos, con lo cual la auto-sexualización puede derivar en un ensanchamiento de la brecha que muchas jóvenes de bajos ingresos indudablemente sienten entre ellas y quienes cuentan con los recursos económicos para parecer 'sexy'", subraya el reporte.

Empresas como Princelandia (España), Pink Princess Spa (México), Le Petit Spa (Chile), Krisalidas (Colombia) son algunos ejemplos de esta nueva moda.

Pese a que en estos espacios prácticamente todo se ambienta en color rosa (las paredes, las sillas, las batas en las que se enfunda a las niñas y a veces hasta los "tragos de bienvenida"), todo bajo el prometedor lema de hacer sentir a las agasajadas "como princesas", sus promotores dicen no ensalzar siempre la efímera belleza.

"Nosotros trabajamos mucho con familias ensambladas", cuenta Tamara de Princesslandia, otro emprendimiento argentino. "Muchas veces vienen mujeres con las hijas de sus nuevas parejas. Este es un buen lugar para generar un acercamiento, para afianzar vínculos". Tamara organiza pocos cumpleaños, y trabaja además con grupos de discapacitados.

"No se trata de quemar etapas, sino de ofrecer un espacio lúdico para que muchas nenas puedan compartir esos momentos con sus mamás".

Ya sea que se refuerce o no un estereotipo de femineidad, lo cierto es que la moda avanza. Los videos de promoción despliegan imágenes por demás llamativas: las niñas "juegan a ser grandes" mientras aprenden a hablar.

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