Rastrea los órganos donados de su bebé y recibe una sorpresa

Gray donó tejido de su hijo que murió al nacer y se embarcó en una búsqueda para ver qué se hizo con ese tejido.

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Sarah Gray acompañada de su hijo Callum, de 6 años, y su bebita Jocelyn. La mujer dio seguimiento a la donación de tejido de su hijo fallecido y descubrió cosas que le dieron sentido a su dolorosa experiencia. (AP Photo/Rick Gentilo)
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The Associated Press
WASHINGTON, EU.- Un examen de ultrasonido reveló que uno de los mellizos que gestaba Sarah Gray no tenía parte del cerebro, un defecto de nacimiento fatal. Su hermanito nació saludable, pero Thomas vivió solo seis días. Ansiosa por sacar algo positivo de su drama, Gray donó parte del tejido de Thomas para investigaciones científicas, además de sus ojos, su hígado y su cordón umbilical.

Nadie le podía decir si la donación había servido de algo. Por lo que Gray se embarcó en una búsqueda inusual y se internó en un aspecto de la actividad científica al que la gente común rara vez tiene acceso. "Los ojos de un bebé son como el oro", le dijo un científico de Harvard.

"No creo que la gente sepa lo valiosas que son estas donaciones", expresó Gray, quien no se dio cuenta de la magnitud de lo que se puede hacer con esas donaciones hasta que, años después de iniciada su pesquisa, se encontró cara a cara con varios científicos. Estos le comentaron que nunca habían conocido a parientes de donantes que habían sido tan importantes en su trabajo.

Las familias a menudo se consuelan al saber cuántas vidas salvan con órganos de sus seres queridos usados en trasplantes.

Pero la donación de órganos con fines de investigación son algo distinto. No "salvan" a nadie. Sin embargo, las investigaciones de los científicos dependen de la disponibilidad de células y órganos que les permiten estudiar desarrollos normales y cómo funcionan las enfermedades.

"Mucha gente piensa que si el órgano no es usado en un trasplante, es de segundo nivel o algo parecido. Quisiera que sepan que la gente que hace investigaciones con tejidos humanos hace un trabajo muy importante, que puede dar paso a la cura de todo tipo de enfermedades", expresó el doctor James Zieske, médico oculista de Harvard y del Schepens Eye Research Institute, cuya descripción de lo importante que son los ojos de un bebé despertó el interés de Gray por saber qué había pasado con los órganos de su hijo.

Deseosa de ayudar a otras familias que tienen que decidir si donan órganos de un bebé o no, Gray acaba de publicar el libro "A Life Everlasting, The Extraordinary Story of One Boy's Gift to Medical Science" (Una vida eterna: La extraordinaria historia del regalo de un niño a la ciencia médica). Gray y dos de los científicos que conoció hablaron con la AP sobre su donación.

Las donaciones antes de que nazca el bebé son inusuales

El obstetra de Gray creía que no era posible donar órganos o tejido de un neonato con una condición llamada anencefalia.

Pero ante la insistencia de Gray, descubrieron que, si bien los órganos del bebé eran probablemente demasiado pequeños como para hacer un trasplante, podrían servir para investigación.

Estadísticas del United Network for Organ Sharing indican que el año pasado fueron donados órganos de una docena de recién nacidos de menos de un mes para trasplantes.

La doctora Arupa Ganguly, que estudia una forma de cáncer de ojos que afecta a los bebés conocida como retinoblastoma, comentó que antes de recibir el tejido de Thomas había esperado seis años por una donación de una retina joven y saludable para compararla con otras enfermas.

Las células de tejidos jóvenes generalmente crecen mucho mejor que las de adultos, según Zieske, quien dice que a lo largo de su carrera recibió córneas de bebés solo dos o tres veces. Las córneas de Thomas fueron usadas para estudiar cómo reparar daños en la córnea que pueden generar ceguera.

La mayor parte de los tejidos puede ser usada

El día del 2010 en que falleció Thomas, en los brazos de su padre, el organismo que recibe los órganos de donante se hizo cargo de su cadáver y recuperó sus ojos e hígado.

Ya habían tomado muestras de la sangre de su cordón umbilical y del de su hermano mellizo Callum, las cuales fueron enviadas a la Duke University, donde los científicos estudiaban las causas de la ancefalia.

¿Sirvio de algo la investigación?

Dos años después, Gray supo adónde había sido enviado el tejido de Thomas y durante un viaje de negocios a Boston, llamó a un laboratorio afiliado a Harvard, se identificó como la madre de un donante y pidió que le mostrasen el lugar. Nunca nadie había hecho semejante solicitud y la visita cambió la perspectiva del científico.

"Ahora pienso más de dónde viene la córnea cuando recibimos una donación", dijo Zieske.

Gray visitó todos los laboratorios que trabajaron con tejido de Thomas. Una empresa biotecnológica de North Caorlina, Cytonet, usa células de hígado para buscar tratamientos para bebés que esperan trasplantes de ese órgano. Ganguly, de Penn, congeló tejido de retina para ser usado en futuras investigaciones.

"Nunca sabemos quién está detrás de las muestras que recibimos", comentó Ganguly. "Hemos establecido un vínculo fuerte con la familia. Creo que eso le da otro valor al trabajo".

Todavía hay cosas por hacer

Gray cambió de carrera y trabaja ahora para los American Association of Tissue Banks, la asociación nacional que recibe tejidos donados. Fue así que terminó interviniendo en un debate sobre el aspecto ético de las nuevas tecnologías.

"Si tienes las aptitudes y los conocimientos para combatir enfermedades, entonces ¡házlo!", le dijo a los presentes, recordando las convulsiones que tuvo su hijo desde el día en que nació.

Cuando dio a luz una nueva bebita, Jocelyn, Gray donó la placenta y dice que le gustaría visitar ese laboratorio también.

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