Agencias
CIUDAD DEL VATICANO.- En estos dos años al frente de la Iglesia Católica, que cumple este viernes, el Papa Francisco utilizó un lenguaje libre, simple, de fuerte impacto y que llega al corazón de la gente. Un lenguaje con el que propuso a menudo un nuevo idioma, con palabras italianas mezcladas con el castellano.

Además, el Papa argentino llegó incluso a "inventar" directamente nuevos términos, todos ellos de gran eficacia y dichos con espontaneidad. Los ejemplos no faltan.

Uno es "mafiarse". El 31 de diciembre del 2014, durante un Te Deum en el que atacó la corrupción, Bergoglio utilizó precisamente esa palabra para indicar el fenómeno de la adhesión al crimen organizado.

Otra palabra sorprendente es "huerfaneza". El Papa la pronunció a finales de enero de este año durante una audiencia general en la que se refirió a la ausencia de los padres durante la fase del crecimiento de los hijos: pocos términos como precisamente "huerfaneza" transmiten el sentimiento de abandono de los chicos. 

Y hay más. Por ejemplo, "martalismo", que según el Papa representa a una de las enfermedades de la Curia romana: proviene de la enfermedad de "martalismo" (alusión a Marta, hermana de Lázaro, en el Evangelio): representa una excesiva actividad, sin detenerse a contemplar a Cristo.

Otras palabras del "lenguaje Bergoglio" eran conocidas en la Argentina, visto que el ex arzobispo de Buenos Aires las había utilizado en repetidas ocasiones en su país: por ejemplo, "primerear", anticipar siempre a los otros, o incluso "nostalgiar", sentir nostalgia.

Y por otra parte no hay palabra más eficaz que "balconear" para indicar a quien está asomado quieto y sin moverse precisamente del balcón, palabra que el Papa utilizó durante su viaje a Río de Janeiro en ocasión de la Jornada de la Juventud.

El tema de los "Bergoglismos" es objeto de estudio por algunos expertos. El periodista Jorge Milia, quien estudió con él en los años '60 en la Argentina, tiene por ejemplo un espacio en el sitio web 'Terre d'Ameica' que publica además también el diario vaticano Osservatore Romano.